07 mar 2018

EEUU se convierte en primer productor de crudo del mundo

El ?fracking? ha otorgado a Washington el cetro de primer productor global. Empieza a extraer más de 10 millones de barriles de crudo diarios.

El mercado ya baraja un escenario a medio plazo -a finales de año- con la cotización del petróleo por encima de los 80 dólares. Si EEUU así lo desea. Porque la mayor economía del planeta se ha erigido también en el primer productor de crudo del mundo. Su cuota extractiva supera los diez millones de barriles diarios, algo que no sucedía desde tiempos de Richard Nixon, que abrió las reservas de crudo del país para hacer frente a la gran crisis del petróleo de 1970. En gran medida, esta nueva vitola hegemónica de EEUU se debe al uso del fracking, técnica que, paradójicamente, se propagó durante el mandato del líder republicano que dimitió por el caso Watergate tras varios años de fase experimental.

Cómo se extrae el crudo

En esencia, se trata de un método de extracción de gas y de petróleo por el que se somete a una fuerte tensión al subsuelo, a través de voladuras aparentemente controladas con agua a muy alta presión, que están dirigidas a fracturar la roca y recopilar el combustible de las llamadas pizarras bituminosas, que contienen elevadas proporciones de combustibles fósiles.

Los días de bonanza del crudo

Entonces, el barril de crudo se pagaba a 1,8 dólares por barril. Ahora, después de la recuperación de 2017 -en el que los contratos de futuros elevaron entre un 12% y un 17% el valor del precio del barril de Brent, de referencia en Europa- se mueve por encima de los 65 dólares. Lejos quedan ya los días de bonanza del crudo. Como el 3 de julio de 2008, en el que registró su cota histórica: 146,08 dólares. A sólo dos meses vista de la quiebra de Lehman Brothers.

EE.UU y su poder con el crudo y el gas

La superación de la psicológica barrera de los ocho dígitos de producción diaria de EEUU la acaba de certificar la propia Agencia Internacional de la Energía (AIE), que data el evento en el pasado mes de noviembre, cuando los inventarios americanos (el stock acumulado de crudo) alcanzó la cifra de 418,4 millones de barriles, un nivel de autosuficiencia más que notable para hacer frente a los recortes de 20.000 barriles al día decretados, el pasado mes de enero, por la OPEP. Nunca, en las cuatro décadas desde la crisis energética de los setenta, EEUU ha adquirido tanto poder para regular los flujos de crudo y de gas. Porque con estos datos sobre la mesa, las importaciones de combustibles se han desplomado hasta niveles desconocidos desde 1973. Por debajo de los 2,5 millones de barriles al día. Cuando hace un decenio adquiría más de 12 millones. El efecto del fracking ha convertido a EEUU, pues, en superpotencia petrolífera.

Más madera energética con Trump

La Administración Trump disfruta de este momento de gloria. El America first encaja como anillo al dedo con esta coyuntura. Porque esta peligrosa técnica medioambiental no ha sido el único factor que ha catapultado la capacidad productiva de EEUU. Los deseos del líder republicano de permitir a las petroleras estadounidenses el acceso a labores de exploración y de extracción en las aguas del llamado Refugio Nacional de Vida Salvaje del Ártico, añadirían más cuotas de crudo.

Un daño medioambiental

Sería curiosamente también el primer permiso oficial en 40 años. Un arsenal energético sublime que se sumaría a las reservas, valoradas en unos 11.800 millones de barriles, detectadas bajo el subsuelo de Alaska y que, tecnológicamente, las firmas americanas están ya en disposición de sacar al exterior. Y una espita que la Casa Blanca de Trump tiene pensado abrir. Por mucho que los tres años precedentes hayan sido los más calurosos desde el Siglo XIX. Pese a que gobernadores de los estados de la costa atlántica le hayan advertido recientemente de los devastadores efectos de aplicar su política extractiva en estos santuarios para otra industria de alto valor, la turística, que registra ingresos multibillonarios al año.

Adiós a las energías limpias

Además, el lobby petrolífero se ha vuelto a instalar a sus anchas en Washington tras expulsar, durante el actual mandato, al de las energías limpias, y declara sin ambages su idea de neutralizar, por un lado, la influencia política de los estados del Golfo y de Rusia; con férreos controles sobre la cotización del crudo, que les permitan obtener beneficios sin tensiones en los mercados; es decir, un precio que oscile este año entre 65 y 70 dólares. Y, por otro, de mitigar el emergente poder de las renovables, que ya se han hecho un hueco con el vehículo eléctrico y que reduce a marchas forzadas la proporción de los carburantes fósiles dentro del mix energético global.

El mercado y las negociaciones

Si la cotización del crudo rebasa los 80 dólares, como pretende la OPEP, Rusia y Arabia Saudí, restarían automáticamente independencia energética a EEUU. Además de adquirir, a partir de ese precio, nuevos colchones de financiación con los que abordar sus intereses geoestratégicos. No siempre ni del todo coincidentes con los de EEUU. En especial, en Oriente Próximo.

Por si fuera poco, el fracking también ha ayudado a las firmas americanas a solventar su cuenta de resultados durante la crisis. Deteriorada hasta tiempos bastante recientes. Porque todavía en 2014, la extracción cayó a 8,5 millones de barriles diarios, llevando a la bancarrota a algunas refinerías de Texas o Dakota del Norte, con la consiguiente pérdida de miles de empleos.

Gendarme de los flujos energéticos globales

La irrupción de la denominada Shale 2.0, la versión moderna y más innovadora del fracking, ha devuelto la estabilidad financiera a los amigos empresarios de Trump, como Harold Hamm, de Continental Resources. Pero también a Exxon Movil o Chevron aunque, en general, a las gigantes del sector. Y, de paso, ha otorgado un arma diplomática de gran calibre a la Casa Blanca. Porque si la producción de crudo a través de la mejorada técnica Shale 2.0 mantiene a raya los precios -o, dicho de otro modo, Washington aplica el regulador del suministro más eficiente del último lustro- Moscú no tendrá tanta abundancia de recursos para sus campañas militares en Siria o Ucrania. De forma que se verá en la obligación de seguir contribuyendo a la política de rebaja de cuotas de la OPEP. Estrategia que separa a los oligarcas de Vladimir Putin.

Crudo de mucha calidad

Por si fuera poco, la elevada calidad del crudo 2.0 está transformando las cadenas de procesado del crudo en las refinerías americanas. Por lo que es cuestión de tiempo que se reemplace parte del abastecimiento del combustible de baja calidad que llega desde México, Venezuela, Canadá o, incluso, Arabia Saudí. De hecho, las compras estadounidenses de crudo saudí están en el nivel más bajo de los últimos 30 años, lo que ha obligado a Riad a incrementar las ventas hacia China o Japón.

Y, por si fuera poco, Washington se reserva todavía jugar la baza del dólar fuerte. Que todavía no ha empleado con eficiencia. O, para ser más precisos, de un billete verde que contribuya también al control de los precios, ya que la moneda norteamericana sigue siendo la referencia en el mercado energético global.

Los cinco mayores productores mundiales

La propia Administración de Información de la Energía de EEUU admite que la mayor economía es, también, el mayor productor de energía global, con más de 14,86 millones de barriles al día, si se contabiliza toda su capacidad de extracción energética, que incluye crudo condensado, productos refinados, gas natural, carburantes sin tratamiento y combustibles licuados. Le siguen Arabia Saudí, con 12,39 millones de barriles; Rusia, con una capacidad de 11,24 millones; China, que alcanza los 4,87 millones y Canadá, con 4,59 millones de unidades diarias.

En un contexto en el que, según cálculos de la petrolera BP, el volumen de crudo en el mercado superará este año los 92 millones de barriles cada día.

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