11 jun 2013

¿Para qué un Ferrari si lo que necesito es un utilitario?

La excesiva ambición puede dar al traste con un buen negocio. Intentar aprovechar todas las posibles ayudas y subvenciones públicas que se presentan puede aportar mucha alegría a nuestra empresa en un primer momento, pero después es capaz de sumirla en una verdadera encerrona. De hecho, nos podemos encontrar con un Ferrari cuando lo que necesitamos es poco más que un utilitario. Pero, ¿por qué las subvenciones que ofrecen las Administraciones públicas pueden terminar saliéndonos muy caras? Porque para recibir la mayoría de ellas se requiere que las empresas realicen una inversión en activos fijos, es decir que compren inmuebles, maquinaria u otros bienes relacionados con la producción y el funcionamiento habitual del negocio. A cambio, las ayudas amortiguan la inversión haciéndose cargo de un determinado porcentaje del precio total de la compra. Y, normalmente, es indiferente si la subvención va dirigida a una empresa que ya existía o a otra de nueva creación. Lo que sí suele ser necesario es que se invierta una cantidad mínima de dinero. En realidad, lo que consigue la empresa que accede a esa ayuda o subvención es una rebaja en el precio de compra de los inmuebles, la maquinaria u otros bienes, que puede ser de un 20%, un 30% o, incluso, un 40%. Algo muy atractivo y que, lógicamente, pone el caramelo en la boca de muchos empresarios. Sin embargo, como sucede cada año en las famosas rebajas del sector textil, existe un serio y fatídico peligro: que se acaben comprando bienes por el hecho de comprar, eso sí, pensando en la subvención. Es decir, hacernos con aquello que no necesitamos y a lo que, simplemente sucumbimos por la tentación de obtenerlo más barato. En el caso de la ropa el desliz nos puede llevar a gastarnos 100 euros, pero en el de la empresa la factura puede alcanzar los 10.000, 50.000 o ¡100.000 euros!, cifras que en algunos casos pueden terminar desestabilizando el día a día de un pequeño negocio. Según la experta Teresa Nagore, el empresario debe seguir, o al menos tener en cuenta, algunas pautas para no caer en la tentación de pedir indiscriminadamente cualquier subvención pública que se presente y para solicitar solo las ayudas que realmente coincidan con sus necesidades. En primer lugar, recomienda ajustar la inversión a la necesidad a corto y medio plazo que tenga la empresa. Por lo tanto, no se debe comprar lo que no se va a necesitar. Por otra parte, tampoco hay que adquirir de más para conseguir una subvención, ya que lo que a uno le dan por un lado (subvención), lo paga por el otro, ya que adquiere más de lo que realmente necesita. Esto, además, puede tener consecuencias como, por ejemplo, que los costes de mantenimiento con los que nos encontremos al final sean mayores. En tercer lugar, hay que tener en cuenta que muchas veces la inversión que se haga habrá que financiarla. Y cuanto mayor sea esa inversión mayor será la necesidad de financiación y, por lo tanto, los costes financieros, lo que también supondrá mayores intereses. Una vez que se conozca y se ajusten las necesidades reales de inversión que necesita la empresa, es mejor buscar las ayudas de las que uno se puede beneficiar. Según esta experta, es importante hacerlo así y no al revés, ya que realizar la inversión en función de las ayudas que se pueden obtener puede conllevar todas las consecuencias negativas que hemos mencionado. Y es que, como bien apunta Nagore, un negocio hay que crearlo porque crees en él, no por las ayudas que puedas obtener para ponerlo en marcha.

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