"Se entenderá que una operación o proyecto es de interés para la internacionalización cuando tenga un impacto positivo en las empresas, bien porque conlleve la exportación directa de bienes y servicios, bien porque el proyecto reúna determinadas características que hagan que su ejecución revierta en beneficios claros para las empresas".
La cita corresponde al reglamento del FIEM (Fondo para la Internacionalización de la Empresa), en concreto a su artículo 12, apartado 1, elaborado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Pero, ¿qué sectores se pueden considerar estratégicos de cara a la internacionalización?
1. Alto valor añadido
Según el citado artículo, "se considerará el impulso de la marca, la transferencia de tecnología, la contribución del proyecto a la mejora de la productividad de las inversiones en el exterior, la adquisición de créditos de carbono, la fabricación de equipos suministrados por filiales españolas en terceros países y la vinculación de la operación con contratos de concesión para la prestación de servicios que conlleven la inversión de empresas españolas en el exterior".
Es decir, sectores de alto valor añadido y componente tecnológico que favorezcan la transferencia e implantación de tecnología en el exterior, por una parte y, por otra, aquellos sectores que podemos calificar con el sobrenombre de Kyoto, incluyendo la generación de unidades negociables en los mercados de carbono, tales como derechos de compra de emisiones de dióxido de carbono o similares.
2. Energía
También se consideran sectores estratégicos aquellos con mayor vocación de internacionalización y mayor arrastre horizontal y vertical para la economía española. Dicho de otra manera, y en el campo energético, aquellos proyectos llave en mano, especialmente de energías renovables. También sectores relacionados con el medio ambiente, sobre todo aquellos que tengan que ver con el agua y el tratamiento de residuos sólidos, los bienes de equipo con alto componente tecnológico español, servicios de ingeniería y arquitectura, y tecnologías de la información y la comunicación (telecomunicaciones, satélites, sistemas de información y de gestión).
Asimismo tiene cabida el mundo del transporte, en particular lo relacionado con el sector ferroviario, metros, aeropuertos, infraestructuras portuarias y servicios de gestión, y las infraestructuras, particularmente cuando el contratista principal sea una empresa española.