17 may 2016

Todas las claves del CIF en tres preguntas

Al consultar las webs de algunas de las grandes empresas españolas, recibir facturas, hablar con tus proveedores o identificar a tus clientes, podrás observar cómo muchos de ellos utilizan los términos CIF y NIF indistintamente. Es posible que reconozcas estos códigos como los identificadores de cualquier entidad con actividad empresarial en España. Aun así, la única referencia que tienes es el NIF que utilizas en el mes de mayo cuando haces la declaración de la Renta. Si ante esta duplicidad de conceptos te asaltan preguntas como ¿Cuál es la utilidad cada una? ¿Qué las diferencia? ¿Necesito tener CIF y NIF? ¿Cómo puedo conseguirlos?

No te preocupes. A continuación resolvemos tus dudas en tres preguntas y respuestas para que sepas qué sistema aplicar a la hora de identificar tu entidad ante la Agencia Tributaria, así como en las comunicaciones enviadas a todas las organizaciones con las que mantengas relaciones comerciales.

El CIF: ¿algo del pasado?

El Código de Identificación Fiscal más conocido como el CIF era el sistema de identificación tributaria utilizado en España por las personas jurídicas, empresas y fundaciones hasta el año 2008. Fecha en la que dejó de usarse según lo ordenado por el Real Decreto 1065/2007. A partir de ese momento, la identificación de entidades jurídicas se realiza a través del NIF o Número de Identificación Fiscal, que hasta entonces era empleado para referirse a personas físicas.

Entonces, ¿el NIF es lo mismo que el CIF?

En la actualidad, el NIF está compuesto por el número del documento nacional de identidad del individuo seguido por el código de verificación, es decir, una letra asignada por la Agencia Tributaria para comprobar su autenticidad. Cuando se adoptó el nuevo NIF no sólo se cambió la denominación del CIF sino que también  se ampliaron sus utilidades.

Ahora, para hacer referencia a personas jurídicas el NIF incluye siempre una letra delante indicativa según se trate de una sociedad civil o mercantil, nacional o extranjera o una unión temporal de empresas.

Por ejemplo, si vemos que va acompañado de una A estaremos ante una sociedad anónima, en caso de ser una Q representa a un organismo público, la U son uniones temporales de empresa. El NIF cumple las mismas funciones que el CIF, por lo que ahora para cumplir con la legislación vigente, necesitas incluir el NIF en tus facturas.

De hecho, en casos como el pago de rendimientos del trabajo desde establecimientos situados en España o el cobro de cheques por cuantía superior a los 3.000 euros es obligatorio incluir el NIF en tus comunicaciones.  

¿Para qué sirve el CIF?

 pesar de los cambios de denominación y composición, la utilidad  del CIF y el NIF sigue siendo la misma: identificar a los contribuyentes ante la Administración Tributaria. Como consecuencia, sigue siendo posible ubicar compañías o autónomos a través de su CIF.

Una fórmula de hacerlo es con buscadores gratuitos como éste de eInforma que te permitirán, no sólo localizar la empresa, sino también conocer sus principales datos empresariales. En estos tipos de buscadores encontrarás información adicional de la empresa como su informe mercantil, la evolución de sus ventas representada de manera gráfica, así como sus participaciones o vinculaciones con otras empresas.  

Esperamos que con estas pequeñas claves hayamos podido resolver tus dudas para que comiences a usar estos términos con propiedad sin dejar de aprovechar la información que te puede ofrecer el CIF. Aunque para evitar confusiones recuerda, ahora el CIF es el NIF.

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