19 dic 2013

Un negocio también tiene riesgos jurídicos

Los riesgos acechan por todas partes: la falta de clientes, la escasez de ingresos, los elevados gastos, los impagos, las deudas? A veces los emprendedores están tan preocupados por estos problemas que no se dan cuenta de que existen otros peligros que también puede poner en jaque mate la viabilidad de la empresa, se trata de riesgos derivados o relacionados con el carácter jurídico de la empresa y de su organización. Desde Iure Abogados nos explican cómo gestionarlos adecuadamente. En primer lugar, es necesario elegir la estructura societaria que resulte más conveniente para la actividad o actividades que desarrollamos. Así, no resulta aconsejable que la actividad empresarial se identifique en su integridad con una única sociedad de capital (sociedad anónima o sociedad de responsabilidad limitada), dado que ello supone concentrar en la misma sociedad el devenir futuro de las distintas actividades que se vayan a desarrollar. Por ejemplo, si una empresa pretende fabricar un producto concreto y distribuirlo en los puntos de venta de sus clientes, una actividad económica será la producción del producto, mientras que la distribución constituirá otra actividad independiente, y será aconsejable que ambas se encuentren diferenciadas en sociedades mercantiles distintas, vinculadas entre sí por la misma participación societaria. Esto nos evitará problemas en el caso de que la empresa se vea obligada a prescindir, por cualquier motivo, de la actividad de distribución y pretenda subcontratar este servicio a un tercero, o bien que se asuma directamente por el cliente. En este proceso de reordenación de la actividad, la previsión de haber constituido en origen una sociedad independiente para su explotación permitirá que la sociedad de fabricación no se vea lastrada por el cierre de la actividad de distribución. En otros casos, la diversificación del riesgose identifica con una eventual morosidad por parte de los clientes, que puede conllevar el cierre empresarial en caso de impago de un importe significativo de la facturación, cuando éste no se tiene asegurado. Cuando se tienen sociedades filiales de venta se garantiza más la continuidad de la matriz, al poder frenar un problema en alguna de ellas sin que se vea afectado por el mismo todo el grupo. Por último, existe otro error habitual en el inicio y desarrollo de cualquier actividad empresarial: la escasa utilización de los mecanismos que prevén nuestra normativa para la flexibilización del coste laboral y su adecuación al volumen de facturación. Así, muchas de las dificultades que ponen en riesgo la continuidad de las empresas suelen venir acompañadas por un sobrecoste laboral asociado a su consideración como coste fijo en la cuenta de resultados, de forma que una caída en las ventas no se ve acompasada por una reducción proporcional en la estructura de costes de las empresas. Para ello, la utilización de retribuciones variables a favor de los empleados permite incrementar su retribución cuando la empresa alcanza unos resultados positivos óptimos, mientras que una reducción en la facturación permitirá reconducir de forma proporcional el coste laboral hasta unos niveles adecuados.
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