12 sep 2017

Europa crece al mayor ritmo desde la crisis con la inflación a raya

La zona del euro ha dejado atrás la estanflación de los años de la tormenta financiera.

Crecimiento tras la crisis sin presión de precios. Sólo preocupa la volatilidad del euro.

 

Un espacio de estabilidad

Por primera vez desde el estallido de la crisis financiera en 2008 y tras unos ejercicios de estanflación (evolución plana del PIB con tensiones de precios), un fenómeno paranormal dentro de una coyuntura económica dominada por rescates bancarios, estímulos monetarios y productivos y salvavidas a países soberanos para reconducir sus excesos de endeudamientos y sus déficits fiscales abultados, la zona del euro retorna a la normalidad. Así lo proclamó el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en la primera de las dos reuniones ejecutivas de septiembre de la autoridad emisora. Draghi admitió que el ritmo de crecimiento de la zona del euro está en cotas desconocidas desde la crisis. El PIB de los socios monetarios navega con un dinamismo que permitiría cerrar el actual ejercicio en tasas del 2%. Todo un acicate para los inversores. Por si fuera poco, además, lo hace sin presiones inflacionistas. Las predicciones del BCE hablan de un IPC controlado en el 1,2% para el próximo año y el 1,5% en 2019. Lejos aún del límite del 2% que recoge el estatuto del BCE como celo inflacionista.  

La volatilidad del euro

Ante esta tesitura, el máximo dirigente del BCE sólo encuentra un factor de riesgo: la volatilidad del euro. La moneda europea sorteó de nuevo la barrera de los 1,20 dólares por unidad, con la que inició su relación cambiaría con el billete verde estadounidense en 1999, a finales de agosto, pero fluye por aguas tormentosas en los mercados de divisas. A pesar de ganar un 14% de valor frente al dólar este año y de acaparar otro 6% como moneda de reserva internacional, el grado de oscilación del euro preocupa a Draghi: ?Es una fuente de incertidumbre que requiere de una constante supervisión?. Y que, en la interpretación del mercado, podría dar lugar a retrasos en la decisión de levantar los estímulos monetarios de compra de deuda corporativa y soberana, el conocido como programa QE (Quantitative Easing), que ya ha superado los 2 billones de euros y que tiene pensado seguir empleando 60.000 millones cada mes. Previsiblemente, y salvo gran sorpresa, hasta finales de 2017. Marco Valli, director de Macro de UniCredit, asegura, tras escuchar las declaraciones de Draghi, que el recorte de estímulos ?se emprenderá el próximo octubre?, de forma testimonial, y que se someterá al siguiente calendario y pautas de compra: 40.000 millones al mes hasta el ecuador de 2018, y 20.000 millones a lo largo de la segunda mitad del próximo ejercicio. Por su parte, Adrian Hilton, director de Divisas de Columbia Threadneedle, considera que la disminución del salvavidas monetario acontecerá ?a comienzos del próximo año? y alerta de los inconvenientes a los que se enfrentaría el BCE si el euro se sitúa por encima del nivel de 1,25 frente al dólar. Si fuera así -dice-, la autoridad supervisora ?se vería atrapada en una trampa des-inflacionaria para contener de nuevo los precios?, lo que se traduciría en una nueva reedición del programa QE.

El BCE dejó los tipos de interés en el nivel cero

El resto de banqueros centrales y no pocos economistas también ven otros nubarrones. Por ejemplo, los procesos de desregulación financiera. O el proteccionismo comercial. En general, las opiniones negativas sobre la globalización, dijeron en su reunión de finales de agosto en el Parque Natural Grand Teton, en Wyoming, que organiza en los últimos años la Reserva Federal de Kansas City y en la que se congregan los responsables de los grandes bancos centrales y gran número de analistas del mercado. Todas estas circunstancias, convienen en advertir, junto a los vaivenes de los tipos de cambios de las principales divisas, pueden deteriorar el clima de negocios. Desde el mercado, también se desvelan estos temores. Yngve Slyngstad, consejero delegado de Norges Bank, el mayor fondo soberano del mundo, vinculado al Gobierno noruego, afirma que el comercio global ?sufre de algo más serio que un descenso de actividad?. A su juicio, el flujo del comercio y de inversiones podría haber alcanzado un ?punto de no retorno? por las batallas proteccionistas que se han alimentado, en los últimos meses, desde EEUU y que han puesto en guardia al resto de rivales de la mayor economía mundial en materia comercial. Este fondo, con un valor próximo al billón de dólares, tiene un 1,3% de su riqueza vinculados a activos de empresas con la consideración de multinacionales de casi 80 nacionalidades diferentes que demuestran permanentemente su vocación global. Sus expectativas inversoras sobre esta porción de su cartera de capitales se han recortado, asegura, entre un 3% y un 4% en las últimas semanas. Un fenómeno que también certifican en McKinsey Global Institute, desde donde se alerta de que los flujos de capital transfronterizos han caído un 65% desde el inicio de la crisis financiera, desde los 12,4 billones de 2007, a los 4,3 billones en 2016. En gran medida, por la disminución del negocio bancario en todo el mundo. Pero también por la marcha atrás en el proceso de globalización. Susan Lund, analista de esta consultora, cifra en 7,3 billones, un retroceso del 45%, la pérdida de solicitudes crediticias a los bancos europeos tras el estallido de la crisis por parte de inversores foráneos. Europa, según las predicciones del BCE, comienza a asomar la cabeza. Dentro del compromiso de los bancos centrales, reconocida en la reunión también llamada de Jackson Hole, ?de calibrar la exuberancia racional? en la que han entrado los mercados, con escasos sucesos de volatilidad en el valor de las acciones corporativas, asegura Chetan Ahya, codirector de Economía y jefe del mercado asiático de Morgan Stanley. De momento, Draghi ya ha proporcionado su road map de otoño. En principio, más satisfactorias que la de otras áreas económicas.  
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