Corría el año 1984 cuando la compañía de autocares Alsa decidió adentrarse en un territorio virgen para las empresas españolas: China. Casi tres décadas después, el gigante asiático sigue siendo un bocado apetitoso al que hincar el diente. Seminarios, conferencias, cursos? el interés sigue estando tan latente que parece que no hubiera otro lugar en el mapa donde invertir. Y aunque no hay empresa internacional que se precie de serlo que no esté allí, no es la panacea porque, para empezar, ya hay mucha competencia.
La clave del éxito Muchos son los ingredientes que hay que introducir en tan singular coctelera para que el salto al país de Mao acabe siendo un éxito. Para empezar, hay que hacer un buen plan de negocio y tener un buen producto o servicio. Por eso, llegar con los laureles del triunfo cosechados en otros países es un paso adelante. Los chinos confían en marcas de prestigio que les otorgan seguridad y un status. Además, hay
tres palabras que son fundamentales para atracar la nave a buen puerto:
guanxi, renqinq y Xining. Es decir,
relaciones y contactos a nivel político, reciprocidad y confianza. Cierto que, en muchas ocasiones, se utilizará la vía tradicional administrativa y, en otras, el guanxi. Hay empresarios que se olvidan del guanxi y, sin ello, no se puede funcionar. Porque es una forma de tener a alguien que abra puertas. Dicho de otra manera: se trata de agasajar a los empresarios chinos con comidas, cenas y brindis. Encuentros de los que han surgido multitud de anécdotas. Como la de un bodeguero que vio como un importador chino se levantó en medio de una cena y dijo: ?¡Campei!? (dejar el vaso seco). Hasta que no se bebió la cerveza de un trago no le dejaron en paz. Saber reaccionar ante estas situaciones es fácil si se prepara de antemano el viaje. Pero sin exagerar. Lo que sí conviene es saber cuál es el protocolo pero aplicando el sentido común. También es
muy importante contar con un buen traductor. A los chinos les cuesta reconocer que no entienden a su interlocutor. Uno de los grandes fallos en este tipo de aventuras es no poner toda la carne en el asador. Porque si no se invierte lo suficiente tanto en tiempo como en dinero, el fracaso está asegurado.
País-continente Una de las características que definen a China es su extensión: enorme. Tanto, que no hay quien duda en afirmar que se asemeja más a un continente que a un país. Por lo tanto,
cada región es un mundo. Algunas tienen influencia musulmana o anglosajona, mientras que otras cuentan con culturas y razas propias. Y todo ello puede cambiar la estrategia de ventas. ¿Más consejos? Ya sea con un estudio de mercado adecuado, o con el asesoramiento de un consultor externo, hay que identificar el nicho al que queremos dirigirnos, el consumidor adecuado y una correcta política de ventas. Y si todo acaba marchando viento en popa y a toda vela, dejar abierta la expansión a otros países asiáticos.