06 feb 2022

Fin de la era de Nazarbayev

Kazajstán ha recobrado la normalidad tras las violentas protestas que estallaron en el país a comienzos de año.

Tal y como se avanzó entonces, la subida repentina del gas natural licuado, utilizado masivamente por la población, se tradujo en multitudinarias demostraciones de descontento popular en distintas ciudades del país. Las protestas, inicialmente pacíficas, pronto devinieron en importantes altercados y enfrentamientos violentos con las fuerzas del orden. Si bien inicialmente se atribuyeron al incremento de la desigualdad en el país, de acuerdo con las últimas confirmaciones, los altercados podrían estar directamente vinculados con una lucha de poder entre élites. El clan del expresidente Nazarbayev (formado por sus sobrinos y yernos) habría instrumentalizado las protestas para dar un golpe de estado encubierto al actual presidente Tokayev. Dado que Tokayev no podía asegurarse el control de las fuerzas armadas, leales al expresidente, solicitó la asistencia militar de la OTSC, por sus siglas en inglés, la organización de seguridad colectiva liderada por Moscú, que, en cuestión de días, aplacó las protestas y restauró el orden. El presunto golpe de estado fallido ha precipitado la huida de gran parte del círculo más próximo al expresidente, así como el despido fulminante de los principales puestos de poder en el Ejecutivo. La pasada semana el Majlis, la Cámara Baja kazaja, aprobó una nueva ley en la que se revocaban los poderes de Nazarbayev como presidente vitalicio del Consejo de Seguridad y la Asamblea del Pueblo. De esta forma, se limitaba su capacidad de influencia en la política doméstica y exterior del país, apartándolo definitivamente de los órganos de gobierno. En paralelo, Tokayev se ha negado a que una organización internacional investigue los acontecimientos que tuvieron lugar en el país. De hecho, la narrativa oficial sigue manteniendo que 20.000 terroristas extranjeros se mezclaron con los manifestantes, lo que motivó la asistencia de Rusia pese a que no se han aportado pruebas al respecto. Lo que sí que parece evidente es que la asonada ha sido un hecho determinante para poner fin a la era Nazarbayev.

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