07 sep 2016

Cómo amueblar un comercio

Existen dos momentos principales en los que el propietario de un negocio debe plantearse cómo amueblar un comercio. Cuando lo inaugura y cuando debe renovarlo, bien porque haya quedado antiguo o porque quiera cambiar su imagen. Aunque parezca lo contrario, acometer correctamente esta tarea no es algo sencillo y requiere contar con ideas y conceptos claros. Considerando todo esto, veamos algunas indicaciones que deben ser tenidas en cuenta para obtener los mejores resultados.   Para amueblar un comercio, en primer lugar el emprendedor ha de examinar todas las mercancías que está vendiendo, sus tamaños, envases y otras características. Y elegir cuáles quiere exponer de forma destacada y cuáles prefiere guardar discretamente o situar directamente en el almacén, sin necesidad de mostrarlas directamente al público.   A continuación, ha de calcular y establecer el número de unidades que le conviene exponer de cada producto (con las correspondientes variaciones de modelo, tamaño, color, etc.), algo que dependerá en buena medida del tamaño del local y de la superficie de exposición disponible para que el resultado sea atractivo y no resulte demasiado recargado.   Una vez valoradas estas premisas, y dependiendo de la disposición y posibilidades que ofrezca el comercio, el responsable del mismo ha de plantearse el tipo de muebles, estanterías, barras, etc., que mejor solución aporten al tipo de negocio y de productos que comercializa.   Puede elegir, fundamentalmente, entre estanterías normales en las que colocar cualquier tipo de producto no perecedero, vitrinas protegidas con cristales para objetos de decoración o elementos frágiles, librerías para revistas y otras publicaciones, barras con perchas para ropa, mesas centrales o laterales para objetos que puedan ser tocados y probados directamente, expositores para zapatos y muebles de refrigeración en casos de alimentos que necesiten mantenerse a bajas temperaturas.   Eso sí, todo el mobiliario principal y demás accesorios deben ser situados estratégicamente y siempre en lugares en los que no entorpezcan el paso de los clientes. Éstos deben ir encontrando todas las propuestas de forma sencilla y progresiva a lo largo de su paso por la tienda o local.   También es importante tener en cuenta que muchos clientes entran a un comercio junto a otras personas que las acompañan, pero que no están interesadas en adquirir ningún producto. Para que las primeras no reduzcan su tiempo de estancia al observar que sus acompañantes se aburren, es conveniente instalar algunos asientos, incluso pequeñas mesas, con revistas u otras publicaciones con las que se puedan entretener.   En el caso de las tiendas de ropa, los probadores se convierten también en una pieza clave. Deben ser modernos y discretos y, por supuesto, contar con espejo, asiento, cortina o puerta, y con suficientes colgadores para las perchas. Hay que evitar a toda costa que el cliente termine dejando las prendas en el asiento o en el suelo porque no  dispone de suficientes colgadores.   Si consigue colocar adecuadamente todas las piezas necesarias, el emprendedor habrá dado un gran paso para que su negocio sea más eficaz. Pero todavía le quedará un elemento fundamental: el mostrador. Un lugar básico y central, porque será donde atenderá directamente al público.   Aunque el diseño y tamaño de éste dependerá también de cada tipo de comercio y local, existen algunos consejos universales: que sea fácilmente visibles e identificable desde el momento en que el cliente entra por la puerta; que se mantenga siempre limpio y ordenado (sin que se amontonen en él bolsas, carteles, anuncios de promociones); que haya más de uno si la cantidad de público así lo aconseja; y que disponga de indicaciones claras y espacio suficiente para que la fila que se pueda formar ante él no bloquee el paso de los demás clientes.

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