05 oct 2015

¿Cómo pasar de startup a negocio rentable?

La vida de una pyme está dividida en fases. Uno de los momentos más complicados es el paso de startup, o firma en desarrollo, a empresa con todas las de la ley. Es decir: cuando acaba el sueño y se llega a la realidad. O, dicho de otro modo: el cambio de aventura empresarial a negocio rentable. Sería cómo pasar de invertir dinero a empezar a ver ganancias. A muchos, la llegada de esta segunda etapa se les atraganta, y jamás convierten una idea en dinero.   Para que eso nunca le llegue a ocurrir, es necesario definir ese preciso instante en el que se debe cambiar la gestión de una empresa. No es lo mismo dirigir una firma en estado de arranque que otra preparada para enfrentarse a la competencia y a los caprichos de los consumidores. ¿Cuáles son las señales que indican que estamos preparados para enfrentarnos al mercado? Las hemos dividido en 8 claves.   Ya tenemos el producto o servicio Hay un tiempo en el que se está desarrollando un producto. Pero ahora lo tenemos delante de nuestros ojos. A partir de ese momento, se debe dejar un poco de lado la fase de producción, que es uno de los mayores riesgos de las startups, para abrazar la fase de ventas. Ha llegado la época de dar a conocer nuestras soluciones y de convencer a distribuidores y clientes de que lo que ofrecemos puede ser un éxito.   ´Habemus´ plan Las startups se pasan la mayor parte de su tiempo de vida buscando dinero para poner en marcha la idea. Usted ya no tiene ese problema. Posee financiación para la producción. ¿Qué toca hacer ahora? Crear un plan de negocio, que sea moderno y creíble y que tenga marcados retos o hitos a conseguir. Cualquier emprendedor debe saber cuándo espera que el proyecto sea rentable, cuánto se espera vender, qué hacer si los resultados no alcanzan las previsiones, etc. Si la pyme tiene claro su futuro en el mundo de los negocios, esté seguro que ha abandonado la fase de arranque.   Se busca talento Al principio, todo emprendedor se afana en colaborar con amigos, o con quién haga falta con tal de sacar adelante el proyecto. Pero llega un momento en el que se pasa de pensar con mentalidad de chiringuito a gestionar una sociedad. Ha llegado la hora de dividir la firma en áreas y de salir al mercado laboral para buscar a las mejores personas para cada puesto. Cuando eso ocurre, estamos ante una compañía hecha y derecha.   El producto o servicio ha cambiado En un tiempo determinado, solo había una idea o un sueño. Pero ahora la empresa está produciendo un producto que no tiene nada que ver con lo que se podía ver en los primeros bocetos. Han cambiado muchas cosas. Y ha sido así porque se ha consultado a los clientes. El sueño ha bajado a la tierra y se ha bañado de realidad. Se han solucionado errores, se ha aprendido de ellos. Existe una idea de cómo vender el producto. Incluso tenemos una idea remota de si puede funcionar o no en el extranjero. En definitiva: se piensa en hacer rentable a la firma.   Existen ingresos En los negocios hay una cifra mágica que indica que una firma ha dejado la infancia. Es el millón de euros. Si su facturación ha superado esa cantidad o se acerca a la misma, deje de pensar que dirige una startup. Tiene a su cargo otra cosa más grande, que puede convertirse en un gigante capaz de ingresar muchos millones cada año y de ser un negocio rentable.   La preocupación número uno es la calidad Los primeros años de una compañía se centran en crear un proceso de producción. Ser capaces de fabricar un bien (o servicio) de manera fluida y rentable. Cuando una empresa ha superado esa etapa y trata de modernizar y mejorar sus procesos se puede dar por finalizada la fase de inicio. Ahora sabemos que podremos surtir a los clientes y lo que buscamos en ser mejores para que la calidad alcance cotas superiores.   El dinero llama a su puerta Ya hemos comentado que durante la época de arranque, un emprendedor invierte buena parte de su tiempo en encontrar a alguien que le de el dinero que le permita poner en marcha el proyecto. Cuando una firma supera el concepto de startup, empieza a ser vista con un negocio rentable, y suele tener la fortuna de ver como el vil metal llama a su puerta. Ahora son los inversores los que se muestran interesados por lo que ofrece.   La tasa de riesgos es menor Tres cuartas parte de las aventuras empresariales mueren antes de alcanzar los cinco años. Esta pobre tasa de supervivencia tiene una explicación. Cuando no existe un paraguas financiero por detrás, los errores se pagan muy caros. Cualquier fallo puede acarrear el cierre del negocio. Por eso, cuando una compañía se puede permitir el lujo de probar cosas para ver si funcionan, sin poner en peligro sus fundamentales, está claro que se encuentra en otra fase. Son los tiempos en los que se deben descubrir las claves para mantener e incrementar el éxito. ¿Será más fácil que el periodo de startup? Ni mucho menos. Una aventura empresarial nunca es fácil. Lo que sí cambiarán serán las prioridades y la naturaleza de los problemas.

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