08 jul 2014

¿Cómo un emprendedor se convierte en el mejor jefe del mundo?

Los grandes líderes empresariales son aquellos que tienen capacidad para convertir una pequeña organización en una gran empresa. Se trata de personas que empujan constantemente a su gente y los ayudan a ser mejores y a estar más comprometidos con el negocio. De esa forma consiguen que las plantillas se adapten con facilidad a los cambios del mercado. Este tipo de jefes no suelen ir por libre sino que se apoyan en sus trabajadores, alentando sus ideas, ya sean buenas o malas. Son responsables de fomentar la creatividad entre los suyos y no tachan al que se atreve a poner en cuestión cualquiera de sus decisiones. Estas son algunas de las pautas que deben tener los grandes presidentes o consejeros delegados de cualquier empresa. Unas cualidades que no deben variar aunque su puesto de responsabilidad sea en una pequeña compañía. De hecho, los emprendedores son los más interesados en conocer qué debe tener un buen jefe para convertirse en un gran líder. Independientemente de la industria en la que se mueva o, como ya se ha comentado, del tamaño de la compañía, los estudios han identificado unos rasgos comunes que definen a los mejores. A continuación, les contamos algunos de ellos. - Grandes inspiradores. Los grandes líderes empresariales facilitan que los empleados desarrollen habilidades y saben desechar lo que no aporta valor. Ellos ayudan a probar nuevos enfoques que pueden aumentar la calidad y la eficiencia de los procesos de producción. De esta forma construyen la confianza de los que le rodean. Esta virtud conlleva la responsabilidad de no culpar nunca a los subordinados ante los fracasos. Muy al contrario, la culpa de todo debe recaer sobre el gran jefe. Así será capaz de mostrar siempre una actitud positiva ante los errores, algo fundamental que se expandirá rápidamente en toda la firma. - Disciplinados. Los mejores jefes son incansables. Da igual que sea de día o de noche, que nada les separará de perseguir y alcanzar su sueño. Eso es fundamental para que los trabajadores se sientan identificados con esa persona, que es la primera en llegar y la última en irse. Así se inspira excelencia en el trabajo y se logra aumentar el rendimiento de todo el mundo. Además estos líderes  son consistentes con los objetivos marcados. No se dejan llevar por otras cuestiones y todo su trabajo girará en torno a un solo fin. Eso clarifica mucho las tareas dentro de una organización.

- Buenos trabajadores en  equipo. Aunque el negocio sea pequeño, jamás una persona será capaz de llevarlo a buen puerto si está sola. Esta máxima se puede extrapolar a cualquier aventura empresarial. ¿Consecuencia? Hay que fomentar el trabajo en equipo. Los grandes patronos deben saber colaborar con el resto y promover que la empresa al completo se identifique con una forma de funcionar que veta el individualismo y promueva las soluciones conjuntas.

- Leales. Relacionado con el apartado anterior, los mejores jefes son los que se preocupan menos por su grandeza personal y trabajan en pos de la empresa. La corporación -el equipo- es lo primero, y está por encima de cualquier otra cuestión de índole individual. Esto implica que los líderes leales deben ser capaces de poner los intereses generales de la corporación por encima de su riqueza patrimonial personal. Y si es necesario realizar aportaciones extraordinarias por el bien del negocio, deben hacerlo. Ese será el mejor ejemplo para el resto.

- Generadores de confianza. Se puede ser un jefe sin vivir en un castillo cerrado a cal y canto. Es decir, los líderes del futuro tienen que ser cercanos. Deben tener las puertas de su despacho abiertas para que cualquiera pueda entrar y comentarles sus problemas. Además, de jefe debe tratar de ser amigo o, cuanto menos, un buen compañero. Esto no quiere decir que tenga que ser uno más. Los empleados nunca podrán olvidar que se trata del jefe. Pero si sus valores, tanto personales como corporativos, están claros se habrá ganado mucho camino en la pugna por conseguir un liderazgo a largo plazo.

- El mejor juez. Siempre se debe evaluar a los trabajadores con la misma medida. Nunca puede haber unos que se crean por encima de los demás por el mero hecho de que el jefe les trata mejor. Un gran presidente debe ser equitativo con todos por igual, también consigo mismo. Y hacer cumplir a todo el mundo el mismo código de conducta que él mismo se aplique.

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