¿Se imaginan lo que debe costar convencer a un ruso de que un caviar que viene de España es mejor que el suyo? ¿Y decirle a un americano que no tienen ni idea de hacer hamburguesas, y que las españolas son más sabrosas? Parece lógico pensar que ambas tareas sólo estén al alcance de auténticos Hércules de los negocios. Pero una pequeña empresa gallega llamada Conservas Porto-Muiños ha demostrado que no hace falta ser un gigante para triunfar en tierra hostil.
La hazaña de Antonio Muiños, el fundador de esta pyme no tiene demasiados precedentes. Su empresa se dedica a la comercialización de las algas, que vende en 10 países, ya sea solas o mezcladas con otros manjares típicos de la zona gallega. ¿Su gran reto? Conquistar el mercado japonés, donde estas legumbres marinas se utilizan como alimento desde hace más de 1.200 años. Como se prevé, abrir las puertas de este mercado tan maduro y diferente al español requiere de paciencia e imaginación. Algo que a Conservas Muiños no le ha faltado nunca.
Platos preparados para conquistar Japón
Así, ante la imposibilidad de convencer a un japonés de comprar tus algas cuando existen mil y una empresas niponas que las elaboran, toca tirar de materia gris, y conquistar el país mediante platos preparados que ellos no tengan, como el hígado de rape o los mejillones con algas. Ésa es la clave del éxito de Porto-Muiños, la sabia combinación de los manjares del mar y de la tierra. En su carta se incluyen recetas tan suculentas como bacalao, empanadillas, mejillones, pastas gallegas y te, todos ellos con, por supuesto, algas. También hay más platos preparados como pasta de lasaña con wakame, tallarines con lechuga de mar, tornillos con cuatro algas, tartare de algas, etc. Gracias a todos ellos, y a las que se venden en solitario, la empresa gallega comercializa más de 50.000 kilos de 18 especies diferentes de algas. Todo un récord que no ha sido fácil de conseguir.
De hecho, los orígenes de Conservas Porto-Muiños fueron complicados. El problema fue que el producto no tenía demasiado atractivo en los últimos años del siglo XX, que es cuando se puso en marcha la empresa. Lejos de amilanarse, Antonio Muiños empezó a darla a conocer ofreciéndola gratis a los restaurantes y a los colegios para que el consumidor empezara a degustarlas. Además acudía a ferias, foros y jornadas gastronómicas. En una de ellas el equipo de Ferrán Adriá probo el producto y el camino se allanó. ¿Próximo reto? Desarrollar nuevos y versátiles productos y generar y difundir la cultura de las algas, su valor nutricional y su sabor, ya que diez años después siguen siendo unas auténticas desconocidas para la mayoría de los españoles.