15 jun 2020

Las 7 ventajas del emprendimiento senior

Trabajador en la etapa final de su carrera profesional que se queda en paro. Una mala noticia se mire por donde se mire pero que, sin embargo, se puede convertir para el protagonista en la gran oportunidad de iniciar ese negocio que siempre le rondó por la cabeza, ya que se encuentra en las condiciones óptimas a todos los niveles (físicas, psicológicas y, posiblemente, económicas) para intentarlo. El aumento de la esperanza y de la calidad de vida, gracias a la mejora de las condiciones sanitarias, de higiene y de alimentación, hacen que las personas entre 50 y 60 años estén en pletóricos y llenos de vitalidad, con más ganas que nunca de afrontar nuevos retos.

Mejor posicionados en la rampa de salida

Cualquier startup precisa de una serie de elementos imprescindibles para intentar alcanzar el éxito: una buena idea, un plan de negocio sólido y ambicioso pero también realista, asesoramiento profesional en áreas clave, financiación y, si es posible, contar con un equipo humano que, por pequeño que sea, genere un valor diferencial a la empresa. En todos estos ámbitos el trabajador senior aporta un sinfín de cualidades y habilidades, posicionando mejor desde el momento inicial a cualquier proyecto:

  • Experiencia. Probablemente, el trabajador veterano pueda aplicar lo aprendido en otros capítulos de su vida a los contratiempos de alumbrar una startup. Ese aprendizaje vital es indispensable para que otros posibles socios más jóvenes no se dejen llevar por las emociones, normalmente malas compañeras de viaje en cualquier iniciativa empresarial.
  • Contactos. A lo largo de varias décadas de trabajo, en las que probablemente habrá desempeñado distintas posiciones en un puñado de compañías y sectores, el profesional senior habrá construido una agenda de contactos con personas muy relevantes, algunas de las cuales incluso tendrán con él una relación de amistad tras acumular diversos episodios laborales en común. Este portfolio de contactos posiciona de inmediato a la empresa mejor que a cualquier otro competidor en su misma situación, ya que tendrá seguramente un impacto positivo a nivel comercial, de búsqueda de proveedores y socios o, simplemente, como potenciales aliados para participar en proyectos conjuntos.
  • Serenidad. Por definición, el empleado senior ha dejado atrás cualquier rasgo impulsivo y es una persona que sopesa los pros y los contras de una decisión empresarial antes de tomarla. Conceptos como el ir a ciegas o a ver qué pasa no van con él, que busca apoyar sus ideas con argumentos sólidos para evitar que deriven en problemas. Es decir, que supone un complemento ideal para emprendedores más jóvenes, probablemente con mayor vitalidad, pero, también, más susceptibles de dejarse llevar por la psicología de las emociones.
  • Financiación. Es habitual que cuando un profesional veterano afronta los últimos años de vida en activo cuente con una posición financiera holgada. Probablemente tendrá algún activo inmobiliario en propiedad, como, por ejemplo, su casa, y hasta es posible que sus hijos ya se hayan emancipado. Además, lo más factible es que, tras tantos años cotizando tenga hasta un cierto colchón económico que le dé tranquilidad. Todo lo contrario que otros emprendedores más jóvenes que puede que no tengan ahorros, estén de alquiler y, encima, acaben de tener un bebé. Por ello, en momentos de inicio de un proyecto empresarial, la solvencia económica del veterano puede suponer un alivio financiero, ya que durante el primer año de vida de una startup es cuando mayor número de incidencias en este campo suelen producirse.
  • Conciliación. En este contexto, y como complemento del punto anterior, el empleado senior no necesitará tanto conciliar su vida profesional con la laboral, y dispondrá de mayor tiempo para dedicar al proyecto empresarial. De este modo, contar con alguien como él supone que habrá siempre al pie del cañón una persona de garantías por lo que pueda suceder.
  • Formación multidisciplinar. Es muy probable que a un trabajador veterano no le pille de nuevas esto de tener que reinventarse, sino que, en otros momentos de su vida, haya tenido que cambiar de posición, de sector o, incluso, de país para seguir trabajando. Eso le ha permitiendo formarse en distintas materias, adquirir nuevas habilidades y tener una visión holística de lo que significa poner en marcha una empresa.
  • Vocación social. Conceptos como ganar dinero o lograr prestigio y reconocimiento social siguen siendo importantes para los trabajadores veteranos, pero tienen un menor peso en su escala de prioridades que entre otros profesionales más jóvenes. Sin embargo, lo que gana en importancia es el deseo de poner en marcha un proyecto que verdaderamente contribuya a mejorar el mundo en el que vivimos. Es decir, aunque siguen valorando de manera relevante el beneficio económico también tienen en mente ese concepto de legado, o, lo que es lo mismo, de dejar su huella a generaciones futuras para que disfruten de una vida mejor, o, por lo menos, más cómoda.
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