18 ene 2018

Los mercados emergentes necesitan avanzar hacia la economía digital

El déficit tecnológico de las economías en desarrollo merma el crecimiento, genera desempleo, deteriora las desigualdades y dificulta el desarrollo.

  Las nuevas tecnologías comportan riesgos, especialmente en mercados emergentes, donde el salto hacia el mundo digital es de mayor dimensión y, por tanto, conlleva esfuerzos mayúsculos. Pero la renuncia a incorporar el nuevo paradigma de los negocios, derivado de la denominada Cuarta Revolución Industrial, no puede ser una opción para países que deseen la prosperidad de sus ciudadanos y el bienestar y consolidación de sus empresas. Porque el negocio 4.0 añadirá 12 billones de dólares más al PIB global en 2025; el equivalente a las economías conjuntas de Japón, Alemania y Reino Unido. Y ya es una realidad, si se tiene en cuenta que es capaz de dar trabajo a más de 1.000 millones de trabajadores y de sufragar sueldos superiores a los 14,6 billones de dólares.

Estrategias para el mundo digital

Ante estas evidencias, investigaciones recientes como la del Ralph Hamann, catedrático de la Universidad de Ciudad del Cabo, señalan que la prioridad económica de los gobiernos y agentes empresariales de estos países sería configurar una estrategia oficial para instaurar la Industria 4.0 en sus modelos productivos. De forma que minimicen los riesgos de un cambio drástico en las relaciones económico-laborales y en los climas adecuados para hacer negocios y aceleren la visibilidad de los resultados inherentes a las reformas estructurales que se precisan para que se ponga en marcha un patrón de crecimiento digital.

Digital Vs Empleo

Entre las amenazas iniciales del mundo digital, Hamann cita el empeoramiento del empleo, fruto de la etapa inicial de robotización, automatización y uso de Big Data, algoritmos y economics analytics para sacar el máximo partido a la innovación tecnológica y los avances en software y el incremento de la concentración del poder económico y la riqueza, para dotar a las empresas de la vitola de multinacional, con sello on line y que actúa en mercados interconectados por plataformas digitales que atienden modelos de negocios con un número mucho más numeroso de clientes y con servicios de alta calidad. El avance hacia la Inteligencia Artificial (IA), explica el profesor de la universidad sudafricana, en la que se basa la Cuarta Revolución Industrial, eleva a medio plazo la cota de oportunidades. Hasta el punto de que revierte el escenario de riesgos y crea más empleo, de mayor calidad y con nuevas habilidades, mayor riqueza por el repunte de la capacidad productiva derivada de los cambios estructurales, de la atracción del talento y de las variantes en la gestión y, por lo tanto, la opción de reducir las desigualdades patrimoniales en sus sociedades civiles y la salida de su estatus de economías en desarrollo.

Los mercados y la ayuda digital

Por ejemplo, en la producción de alimentos. Pero, sobre todo, en el ámbito industrial, ayudará. Porque el reemplazo inicial del robot por empleados que, históricamente, se ha comprobado tras el uso de las nuevas tecnologías, acaba automatizando también la demanda de empleo. Más específico y técnico y que acaba siendo responsabilidad de los cursos formativos de la empresa que desea explorar el mundo digital. Es un nuevo universo profesional y de habilidades que contagia a otras esferas productivas, como la académica. Porque siempre habrá que enseñar a funcionar a las máquinas, dice Hamann. Necesario para subsanar las distorsiones en el mercado laboral.

El nuevo mercado digital

Es lo que ya sucede en potencias industrializadas con empresas de economía colaborativa, como Uber o AirBnB, que han modificado los vínculos contractuales de la industria del taxi u hotelera. Y menores costes laborales significa, sobre todo entre las economías en desarrollo, mayor cuota de inversión empresarial para destinar a nuevas tecnologías y generar cadenas de valor digitales.

Tres riesgos a tener en cuenta

Para Hamann, este primer riesgo, el del trabajo, requiere la involucración del sector educativo, con programas tecnológicos enfocados a la Industria 4.0 y de los gobiernos, necesarios en el reto de facilitar nuevos modelos de negocios. El segundo riesgo a superar es la inicial concentración del poder económico. Característica que está asociada a este tipo de mercados, donde sus elites están en condiciones de hacer un mayor uso de la IA y de las nuevas tecnologías. Circunstancia que aumentará la brecha de desigualdad entre las clases pudientes y los trabajadores. Sin embargo, este peaje es necesario para facilitar las inversiones y generar la productividad precisa para ganar competitividad global. Desafío que pasa por propagar la digitalización por los distintos subsectores productivos. Al alcanzar mayores cuotas de desarrollo y un incremento de beneficios, los salarios y la masa laboral crecerán casi sin razón de continuidad. La labor de los gobiernos debe enfocarse a vigilar que la concentración de la riqueza sea reversible a medio plazo y por instaurar reformas estructurales encaminadas a insertar las nuevas tecnologías en el modelo productivo del país. En tercer término, la implantación de algoritmos y software digital avanzado para generar IA puede también ocasionar perjuicios de índole racista o de discriminación de género. Otro foco de gran vigilancia para las autoridades gubernamentales. Además de establecer prioridades estratégicas relacionadas con cada área de desarrollo económico del país. Porque la IA está diseñada en las economías industrializadas y, en casi todas las ocasiones, se definen según criterios propios de las rentas altas. Este asunto requiere respuesta inmediata si se desea que el componente de las tecnologías digitales cale en la estructura productiva del país y genere cuotas de desarrollo que ayuden a cada nación a dar el salto económico, laboral y social hacia el primer mundo. Estos tres riesgos, dice Hamann, requieren de políticas precisas y bien elaboradas; programas de actuación de habilidades técnico-laborales y profesionales capaces de fomentar plataformas digitales, ventajas competitivas y derechos de propiedad industrial e intelectual. Tecnología para el desarrollo digital, concluye.  
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