07 mar 2024

El BCE instaura una vigilancia estricta sobre los riesgos climáticos

La política monetaria adecúa sus análisis y predicciones económicas a los fenómenos meteorológicos extremos y augura un endurecimiento de los test de estrés a la banca.

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

La nueva responsable del Consejo de Supervisión del BCE, la alemana Claudia Buch, que hasta su nombramiento era la antigua número dos del Bundesbank, ha pedido reforzar el papel fiscalizador y regulador de la autoridad monetaria del euro, para lo cual pretende incorporar con celeridad requerimientos normativos más exigentes a la banca con objeto de adaptarlos a los “múltiples asuntos que dominan” el orden geopolítico y económico internacional y que “hace unas décadas resultaban inconcebibles”. Y, en especial, los asuntos relacionados con los daños colaterales ocasionados por el cambio climático.

En palabras de los expertos de Deloitte, la nueva jefa de control bancario del euro será quien se encargue de establecer unas reglas de juego más estrictas para combatir los riesgos emergentes que amenazan al orden mundial y que, a su juicio, deben propiciar mayores dosis de resistencia a los bancos del Eurosistema. Para -aseguran- abordar los posibles costes derivados del clima extremo u ocasionados por conflictos geopolíticos, ciberataques o una hipotética fragmentación de la globalización en uno o varios bloques de mercados.

Ya en noviembre de 2022, el BCE realizó un diagnóstico exhaustivo sobre la gestión adecuada de los riesgos asociados a fenómenos climatológicos extremos que la banca debería incorporar a su amplia lista de requerimientos regulatorios y las medidas que, como supervisor, iba a poner en marcha para fiscalizar progresivamente estas exigencias, que también contemplaban nuevos límites de liquidez y solvencia. Esta especie de guía climática de la autoridad monetaria europea, además, se situó ya entonces como prioridad estratégica de la institución con sede en Fráncfort para el bienio 2023-24. Con responsabilidad sobre el Consejo de Supervisión que ahora dirige la representante germana, que accedió al cargo en el último trimestre de 2023 tras disputárselo a la vicegobernadora del Banco de España, Margarita Delgado.

En esa revisión, se concluyó que, incluso si los bancos estuvieran en condiciones de superar el 85% de las exigencias y buenas prácticas actuales, estarían todavía a expensas de los riesgos que pueden provocar las inclemencias meteorológicas por carecer de metodologías sofisticadas y de “información granular” suficiente como para valorar adecuadamente el calibre de estos peligros.

Para los expertos de Deloitte, el BCE irá “paulatinamente incorporando estándares y normas de monitoreo e intervención” después de haber impulsado ya requerimientos sobre más de una treintena de bancos del Eurosistema en su Supervisory Review and Evaluation Process (SREP) de 2023. Previamente, el año anterior, ya revisó las estructuras de riesgo de las entidades de menor dimensión; en especial, los análisis de impacto sobre el denominado Pilar 2 que determinan los niveles de capital.    

Como consecuencia de sus exámenes, el BCE convino que los bancos siguen significativamente subestimando la magnitud de tales riesgos y casi todos (el 96%, exactamente) continúan todavía alejados de disponer de una auténtica y rigurosa identificación y valoración de los mismos. Para finales de este año, el organismo que preside Christine Lagarde se ha propuesto alinear el elenco de amenazas climáticas con las expectativas reflejadas en la guía, cuyo objetivo motriz gira en torno a la doble exigencia de que los bancos categoricen los riesgos medioambientales y que sus estrategias corporativas se propaguen por todas las actividades de sus negocios.

Aunque la táctica de Fráncfort encierra otras dos metas: la necesidad de que las finanzas verdes de financiación de proyectos sostenibles sean el leif motiv de sus normas de buena gobernanza -y, por supuesto, de la gestión de riesgos- y que inculquen estos principios a sus clientes; sobre todo a empresas. Y, en paralelo, que al término de este ejercicio hayan asumido de una forma integral las más exigentes reglas de liquidez y solvencia -sintetizadas en el Internal Capital Adcquacy Assessment Process (ICAAP)-, que serán examinadas en los stress testing que se realizarán este año.  

El BCE también aclara que el calentamiento global repercute en la inflación y, por ende, en las estrategias de política monetaria. En un reciente informe de su servicio de estudios enfatiza que un verano más cálido de lo normal -y “llevamos varios registrando temperaturas récord”, avisan sus economistas-, como los de 2022 y 2023 han manifestado “volatilidades” en el IPC de la zona del euro y “profundas y relevantes ataques sobre la estabilidad de los precios”. Así, en el trimestre estival de 2022, los elevados registros del mercurio fueron los responsables directos de un alza de la inflación en la zona del euro de siete décimas. Un fenómeno que empeoraría en el futuro. Las estimaciones del BCE hablan de un repunte del 1,8% en el IPC por un verano con temperaturas elevadas en 2060, según una simulación que no contempla variaciones en la lucha contra la catástrofe climática.

Todo ello -advierten- se traducirá en escenarios de bajo crecimiento económico, subidas de los tipos de interés, retrocesos en los márgenes de beneficios de las empresas y pérdidas de poder adquisitivos de las familias.   

Buch ha puesto otra vez el dedo en la llaga. Las entidades financieras -dice- deben asumir nuevas exigencias para aludir riesgos futuros -sistémicos o específicos- y dar respuesta a estos peligros latentes. El BCE -prosigue- no dispone aún de un plan detallado sobre esta reforma regulatoria, pero “habrá actualización normativa y estará dirigida no solo a establecer las directrices que los bancos deben poner en liza para responder a los riesgos climático y a otros emergentes con una potencial capacidad para dañar el negocio de las compañías y la salud financiera de los hogares”.

Desde “una perspectiva holística” -matizó- las amenazas futuras requerirán de unos análisis y de un abanico de escenarios con distintos niveles de gravedad, avances en la gestión de datos y de investigaciones de mercado, así como de una interacción más próxima entre las áreas de negocio bancario propiamente dichas y los de valoración de riesgos financieros, coyunturas económicas y conflictos geopolíticos.

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