21 dic 2022
El colapso de los cripto-activos y del dinero físico acerca las e-divisas
Suiza y Suecia detectan riesgos en los sistemas de pagos por el descenso de billetes y monedas en circulación. China busca en el e-yuan disputar la hegemonía al dólar.
El Banco Nacional de Suiza (SNB) ha vuelto a reactivar el debate sobre las monedas digitales con sello de oficialidad, regulación y supervisión, las llamadas CBDC o Central Bank Digital Currency. Es decir, las versiones virtuales del dólar, el euro, el yen o la libra -además del resto de unidades monetarias que operan en el mercado- bajo el estricto control de los bancos centrales que han intensificado en los últimos años proyectos piloto para lanzar sus prototipos digitales.
“El sistema de pagos en dinero físico funciona correctamente, pero no podemos concederle unas garantías plenas […] porque soporta riesgos crecientes debido a la transición hacia métodos de transferencias sin intermediación de billetes y monedas”. Este nítido mensaje de advertencia lo hizo el subgobernador del SNB, Martin Schlegel, en una reciente conferencia sobre el papel del franco suizo en la historia del Siglo XX en Liechtenstein, antes de precisar que “el descenso en el uso de billetes y monedas en circulación pone bajo presión económica a las infraestructuras de pagos”.
A su juicio, “presumiblemente, las personas piensan que con el dinero líquido tienen una menor capacidad de gasto y, en consecuencia, tienden a no usarlo”. Pero su reducción podría ocasionar “una espiral perniciosa, con restricciones permanentes en sus sistemas de pagos”. Para Schlegel, el asunto ha llegado a un punto de inflexión sobre la conveniencia o no de lanzar cuanto antes las divisas digitales: en Suiza -precisó- los datos del SNB revelan que el empleo de billetes y de monedas en circulación pasó de ser el método habitual del 70% de sus ciudadanos en 2017 al 43% en 2020. Y no es sólo una cuestión generacional. Es cierto -dijo- que los jóvenes suizos lo han rebajado hasta el 30%, diez puntos por debajo del uso que hacen de sus tarjetas de débito, pero también resulta una constante entre mayores de 55 años, porque sólo algo más de la mitad se decanta por los pagos tradicionales.
Otro país europeo, Suecia, también a través de su banco central, el Riksbank, apunta a la misma dirección. Desde 2010 a 2020 la proporción de suecos con billetes y monedas en sus bolsillos se ha derrumbado, desde el 39% al 9%, y los últimos informes de la entidad emisora hablan de una presencia testimonial este año del dinero en circulación. Su uso se limita a pequeños pagos y a operaciones de personas de avanzada edad. Hasta el 87% de los suecos hicieron adquisiciones telemáticas en 2021, el socio europeo con un porcentaje más elevado.
El Riksbank avanza en su proyecto-piloto de e-corona, que tenía la fecha de finales de 2026 para su lanzamiento oficial, un calendario que podría acotarse por la drástica caída de las operaciones con dinero físico y tras culminar con éxito los primeros simulacros de pagos digitalizados.
El Banco Popular de China -conocido por sus siglas en inglés PBoC- no sólo ha marcado tendencia en los avances recientes hacia las CBDC’s, una idea que ya ha puesto en liza en varias ciudades del país y que viene tejiendo desde diciembre de 2019. Antes de la declaración oficial de la Covid-19 como pandemia global. Sus proyectos piloto llegaron a crear 21 millones de carteras digitales con denominaciones en e-yuanes en más de 70 millones de transacciones monetarias antes de los Juegos Olímpico de Invierno de Pekín, durante los cuales, se pudo pagar con e-CNY, el yuan electrónico. Además de con visa, dinero físico o un crisol de aplicaciones de móviles.
China siempre ha pretendido ser el escaparte de la primera divisa digital de una gran economía y de poner en entredicho la competencia de la Fed y del e-dólar, para catapultar su riqueza individual, empresarial y nacional con plataformas “en tiempo real, con métodos técnicos y de intercambio de datos aceptados y eficaces desde hace varios años”, al permitir el acceso a pagos telemáticos con monederos de activos digitales. Así lo admiten analistas como Yaya Fanusie, ex analista de la CIA e investigador del Center for a New American Security, para quien, a día de hoy, se puede afirmar que “China facilita las transferencias globales y EEUU todavía no”.
Esta ansiedad de China hacia las divisas digitales, sin embargo, tiene una dimensión mundial. El propio PBoC admite que su intención inminente es sacar el e-CNY al escenario exterior. Es decir, realizar transacciones internacionales con su moneda electrónica. “No se va a limitar al uso en China”, resaltan. Y no parece un juego especulativo, ya que Pekín se ampara en el e-yuan y en la descentralización financiera de los sistemas digitales para recuperar la cuota perdida en el comercio global. Las sanciones occidentales hacia Rusia podrían acelerar este proceso.
Xi Jinping ha arremetido contra la decisión de la Casa Blanca y sus aliados occidentales de vetar el empleo del sistema belga SWIFT de acreditación de transferencias internacionales a cualquier operación con sello financiero procedente del Kremlin. Para el presidente chino, “una decisión que revela la debilidad crónica” de EEUU, pero que también esconde su preocupación por que la paralización de negocios a bancos y empresarios rusos se imponga en el futuro al régimen de Pekín, bien por conflictos geopolíticos como Taiwán o por la fragmentación de la globalización en dos bloques comerciales antagónicos.
China, pues, desea aprovechar el tenso clima económico y estratégico actual para adelantarse al e-dólar y al e-euro y disputarles su hegemonía exterior. El mercado no espera movimientos en la dualidad del sistema de pagos físico y digital en China en 2023, pero las intenciones resultan elocuentes, a tenor de la reacción de entidades como JP Morgan Chase, que acaba de unirse a la firma estatal de Singapur Temasek para desarrollar una plataforma de pagos al por mayor que facilitaría las transacciones en e-CNY entre distintas jurisdicciones. Y de la apuesta de los bancos centrales de China, Hong-Kong, Tailandia o de los Emiratos Árabes Unidos por un modelo similar -mBridge- o el prototipo Klatyn del grupo tecnológico surcoreano Kakao de pagos minoristas.
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