03 nov 2021

El gasoducto Magreb-Europa: ¿cómo afecta su cierre a España?

Después de que expirara el contrato y en plenas tensiones con Marruecos, Argelia ha cerrado el gasoducto del Magreb, que transporta un 20% del gas que utilizamos en España. Repasamos cómo afecta a nuestro país y qué posibles soluciones existen

La terminal de Tarifa, en Cádiz, ya ha dejado de recibir gas a través del gasoducto del Magreb. Lo ha hecho después de que, tras expirar el contrato –de 25 años de duración- y en plenas tensiones entre Argelia y Marruecos, el primero haya cerrado “el grifo” de la infraestructura por la que entra casi el 25% del gas consumido en España. Un tubo de 1.400 kilómetros inaugurado en 1996 capaz de distribuir gas natural desde Argelia hasta Europa, atravesando 540 kilómetros de territorio marroquí.

Con el cierre del conducto, surgen importantes incertidumbres para nuestro país, ya que Argelia es nuestro principal proveedor de esta materia prima –entre el conducto del Magreb y el gasoducto de Medgaz, que llega a Almería, suman el 50% del gas utilizado en España- y se produce además ante la llegada del frío y la subida internacional de los precios energéticos. Hay que tener en cuenta que el gas natural no solo se necesita para las calefacciones de los hogares, sino que es de gran importancia para la industria y para la generación de energía.

Casi la tercera parte de la electricidad generada en España depende de las centrales de ciclo combinado, una tecnología que se alimenta de gas y que, además, sirve de respaldo a las energías renovables. Cuando las circunstancias climatológicas no son favorables para generar energía eólica o solar, el suministro eléctrico queda en manos de la quema de gas natural –además de la nuclear.

¿Por qué se cierra el gasoducto?

En el anuncio definitivo de la rescisión del contrato por parte de Argelia, el presidente de este país, Abdelmayid Tebún, aseguraba que el cierre del gasoducto se debe a las “prácticas hostiles” de Rabat hacia Argel. Lo cierto es que las tensiones entre Argelia y Marruecos vienen de largo; específicamente, desde que lograron su independencia, allá por los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. El Sáhara Occidental está en el centro de su conflicto de fondo, ya que Argelia es el principal aliado del Frente Polisario. La relación entre ambos Estados se ha venido complicando desde el año pasado, hasta el punto de romper relaciones diplomáticas con Marruecos este verano cuando, además de anunciar el fin del contrato del gasoducto, cerró su espacio aéreo a cualquier vuelo militar o civil de Marruecos.

Además de España, como receptor de gas, el gran perjudicado de esta clausura es Marruecos, país que recibía entre 50 y 200 millones de euros al año como “derechos de paso” en función de la cantidad transportada a través de los kilómetros que transcurren por su territorio. A ello se sumaban 800 millones de metros cúbicos de gas procedente de Argelia que Rabat obtenía a precio estable y le permitían alimentar, entre otras cosas, dos centrales eléctricas de ciclo combinado –una en Tánger y otra en Uchda-, que cubren el 10% de la producción marroquí de electricidad y están gestionadas por las españolas Endesa y Abengoa, respectivamente.

¿Cuáles son las soluciones?

Para suplir los 6.000 millones de metros cúbicos de gas que llegaban desde el gasoducto del Magreb, Argelia se ha comprometido a aumentar la capacidad del gasoducto de Medgaz, inaugurado hace diez años y que ya suministra unos 8.000 millones de metros cúbicos directamente de Argelia a Almería, un 25% del total del gas consumido en España. Está controlado en un 51% por el Estado argelino, y en un 49% por la energética española Naturgy.

Ya se han iniciado las obras para aumentar esa cantidad hasta los 10.000 millones de metros cúbicos. Pero si las obras no concluyen antes de los meses de más frío en España, faltarían por llegar otros 4.000 millones de metros cúbicos. En ese caso, la solución sería utilizar barcos metaneros para transportar esa cantidad en forma de gas natural licuado (GNL). En concreto, se necesitarían alrededor de medio centenar de barcos de este tipo, cuyos precios están muy sujetos a los vaivenes del mercado, especialmente por la alta demanda de Asia.

Y es que pasada la pandemia, grandes potencias como China han sido las primeras en aumentar las compras de gas natural para evitar la falta de recursos cuando llegue el frío. Esta enorme demanda por parte del gigante chino de metaneros y GNL ha hecho que los precios se hayan quintuplicado en lo que va de año, complicándose además las posibilidades de España y otros países de utilizar estos barcos.

¿Hay riesgo de desabastecimiento?

Los expertos aseguran que el riesgo de desabastecimiento en los hogares españoles es muy bajo, ya que las reservas de gas están actualmente en torno al 81% de capacidad. No obstante, en lo que sí parece haber consenso es que sufriremos un importante encarecimiento de este recurso, ya que, en caso de tener que recurrir a los barcos metaneros que transportan el gas natural licuado –y cuya demanda es muy alta-, el precio de transportar ese gas aumentará entre 4 y 5 veces.

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