04 ene 2023

Las guerras (militares y de supervivencia) crearán inflación persistente

El planeta se enfrenta a guerras reales y metafóricas que ensancharán los déficits fiscales, las deudas y las inflaciones y dibujarán un futuro de estanflación.

Las potencias industrializadas y los mercados emergentes se enfrentan a guerras, en ocasiones reales, en otras metafóricas, pero de supervivencia, que engendrarán mayores déficits fiscales y niveles de deuda y una inflación con bases persistentes, precisa Nouriel Roubini, catedrático emérito de Económicas en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York y máximo asesor en Atlas Capital, para quien el futuro que “nos espera es una estanflación” cuya cuestión aún por resolver es “calibrar cuán peligrosa y dañina puede ser”.

Roubini, considerado el único gran previsor del credit crunch de 2008, sugiere que las espirales de inflación que han surgido en 2022 se han convertido en seculares más que en transitorias y adquirirán un componente más estructural, al igual que los desequilibrios presupuestarios y las escalas de las deudas. 

En su análisis del tránsito entre el 2022 y el 2023 en Project Syndicate, manifiesta que el cambio geopolítico y las revisiones de poder derivado de la rivalidad entre Occidente con países como China, Rusia, Irán, Corea del Norte o Pakistán, han elevado el número de guerras frías y calientes y han expandido el gasto militar a raíz de la invasión de Ucrania. Con virajes geoestratégicos de la OTAN de por medio y el resurgimiento de tensiones en Oriente Próximo por la tensión entre Irán e Israel, restablecida por la supremacía nuclear de la zona, o el pulso asiático entre Washington y Pekín, con Taiwán como punto neurálgico de operaciones. 

El resultado es un rearme de EEUU, Europa y los aliados de la OTAN, además de China y del resto de países asiáticos, incluido Japón, algo sin parangón en décadas. Tanto de material convencional como en instrumental atómico, cibernético o de armas biológicas y químicas que deteriorarán las cuentas públicas. 

A esta amenaza bélica real -cuyo máximo exponente es Ucrania- y en ciernes -por las tensiones geopolíticas de primer orden descritas- Roubini incorpora otros cuatro combates. El primero de ellos -y el más transcendental- la lucha contra el cambio climático, que “será cara tanto para el sector público como para el privado” porque la mitigación de los efectos del calentamiento de la temperatura del planeta “costará billones de dólares anuales en las próximas décadas” y unos interrogantes notables sobre el vigor que tomará el crecimiento económico, pese a las ingentes cantidades de inversiones.

“Sería iluso pensar que tras una guerra física que destruye capital humano surgirá una etapa de esplendor económico expansivo”, matiza Roubini, quien incide en que los países tendrán “más dificultades para engendrar y distribuir riqueza”. Ante las dudas de cómo van a ser sustituidas las inversiones actuales, que pasarán a ser obsoletas, por otras de origen climático -es decir, de preservación medioambiental- y en qué medida va a ser reemplazado el stock de capital en curso en los próximos ejercicios.

Otro punto conflictivo es la atención y la factura que acarrearán futuras pandemias. Porque, por una variedad de razones, entre las que se incluye también el cambio climático, “serán cada vez más frecuentes” y si los países acuden a medidas de prevención y acuerdos preventivos para fortalecer sus sistemas sanitarios, incurrirán en mayores desembolsos y en presiones fiscales de un mayor calibre que instaurarán unas bases estructurales sobre la evolución de los precios en sociedades en envejecimiento y con problemas añadidos para financiar sistemas sanitarios y planes de pensiones, públicos o privados. Todo ello -además- catapultará los niveles de deuda; en especial, de las naciones de rentas altas.    

Un foco adicional de fricción es el que surgirá, de forma disruptiva, por los efectos del globotics, la combinación de la globalización y la automatización impulsada desde la Inteligencia Artificial y la robotización, que modificará los patrones de crecimiento en medio de crecientes demandas sociales para elevar las rentas básicas y otras ayudas a hogares y empresas que supondrán unas transferencias masivas de recursos. “Estos costes se mantendrán en tasas elevadas incluso si la automatización traslada mayor prosperidad económica, porque en países como EEUU la atención a una renta básica universal de 1.000 dólares mensuales significará el 20% de su PIB”, especifica Roubini. 

Para el también CEO of Roubini Macro Associates, hay otra disputa urgente, contra las rentas y la desigualdad en el reparto de la riqueza, a la que considera el gran mal que afectará a jóvenes y clases medias y trabajadoras, y que pondrá en jaque la resistencia de las democracias liberales y al libre mercado, con la potencial irrupción de regímenes populistas que ejecutarían “políticas insostenibles”. 

Combatir estas cinco guerras exigirá cheques al portador demasiado considerables y generarán factores económicos y políticos que amenazarán la habilidad de los gobiernos para gestionar las finanzas públicas y establecer presiones fiscales adecuadas para hacer frente a estos desafíos. Y las balanzas impositivas ya están demasiado altas en áreas como la europea, sin que “se hayan solucionado asignaturas tributarias pendientes como las evasiones fiscales”. Todo ello, además, alimenta las perspectivas de lobbies del pasado, que se aproximan a posiciones políticas populistas.

Estos déficits se tornarán estructurales, elevarán los costes de financiación y culminarán en crisis de deuda, con efectos adversos sobre el crecimiento. Además de incorporar una rúbrica que el profesor de la Stern School of Business denomina “inflación fiscal” o subidas adicionales del IPC por los incrementos tributarios que podrían precipitar las declaraciones de default soberanos y corporativos. Y, en consecuencia, propiciar un clima de estanflación (estancamiento económico con espirales de inflación). “La Gran Moderación -dice- está muerta y enterrada” y ahora surge la Gran Crisis de la Estanflación y la Deuda, que “ya está entre nosotros”.

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