¿Es aconsejable para una pyme constituir una joint venture? ¿Existen otras alternativas?

Carlos Sánchez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

En un mundo empresarial cada vez más competitivo y globalizado, las pymes buscan constantemente nuevas formas de crecer, acceder a mercados internacionales y desarrollar innovaciones sin asumir riesgos excesivos. Una de las estrategias más efectivas para lograrlo es la constitución de una joint venture, una alianza estratégica entre dos o más empresas que colaboran para alcanzar un objetivo común.

Una joint venture es un acuerdo contractual o societario entre dos o más compañías que deciden unir recursos, conocimientos o capital para desarrollar un proyecto o negocio específico. A diferencia de una fusión, las empresas participantes mantienen su independencia jurídica y operativa, pero comparten riesgos, beneficios y control sobre el nuevo emprendimiento.

Para una pyme, entrar en una joint venture puede aportar distintas ventajas:

• Favorecer la entrada en un nuevo mercado geográfico sin asumir sola todos los costes y riesgos.
• Acceder a tecnología, know-how o canales de distribución de otra empresa.
• Aumentar su capacidad de producción o innovación sin una gran inversión inicial.
• Competir en licitaciones públicas o privadas que requieren mayor capacidad técnica o financiera.

Cómo constituir una joint venture de éxito

Aunque las joint venture ofrecen oportunidades atractivas, su éxito depende en gran medida de la preparación, la claridad contractual y la compatibilidad entre socios. Estos son los pasos y recomendaciones más importantes:

• Definir claramente el objetivo común. El punto de partida es determinar con precisión qué se busca lograr con la alianza. Puede tratarse de desarrollar un nuevo producto, expandirse a otro país o compartir tecnología. Cuanto más claro sea el propósito, más fácil será diseñar la estructura adecuada y evitar conflictos futuros. Es recomendable establecer indicadores de éxito (KPIs) desde el inicio, como cuota de mercado a alcanzar, rentabilidad esperada o plazos de retorno de la inversión.
• Elegir al socio adecuado. Seleccionar el socio correcto es quizá la decisión más crítica. La pyme debe evaluar no solo la capacidad financiera y técnica del potencial aliado, sino también su cultura organizacional, reputación y forma de tomar decisiones. Un socio con valores empresariales distintos o con antecedentes de incumplimiento puede poner en riesgo todo el proyecto. Antes de firmar, se recomienda realizar una due diligence o auditoría previa para verificar su solvencia, historial y cumplimiento legal.
• Determinar la estructura jurídica. Las Joint Ventures pueden adoptar dos formas principales:
  • Contractual: basada únicamente en un contrato de colaboración, sin crear una nueva sociedad. Es más flexible y de corta duración.
  • Societaria: se crea una nueva entidad jurídica compartida (por ejemplo, una sociedad limitada o anónima). Este modelo ofrece mayor formalidad y estabilidad, aunque también implica más obligaciones contables y legales.
• Redactar un acuerdo detallado. El contrato debe cubrir los siguientes aspectos:
  • Aportaciones de cada socio (capital, tecnología, personal, infraestructura).
  • Distribución de beneficios y pérdidas.
  • Gobernanza y toma de decisiones (porcentaje de voto, nombramiento de directivos).
  • Duración y causas de disolución.
  • Cláusulas de confidencialidad y no competencia.
  • Mecanismos de resolución de conflictos (mediación, arbitraje, jurisdicción aplicable).
• Planificar la gestión y el control operativo. Una joint venture exitosa requiere una estructura de gestión bien definida. Es importante acordar quién tomará las decisiones del día a día, cómo se informará a los socios y qué procesos se seguirán para aprobar presupuestos o inversiones.

Alternativa a una joint venture

Aunque las joint ventures pueden ser una excelente vía de crecimiento, no siempre son la opción ideal. Dependiendo de los objetivos, las pymes pueden considerar alternativas más simples o flexibles, como pueden ser:

• Alianzas estratégicas o acuerdos de colaboración. En una alianza estratégica no se crea una entidad conjunta ni se comparten formalmente beneficios o pérdidas. Las empresas simplemente cooperan en un área específica, como marketing conjunto, distribución o desarrollo tecnológico.
• Franquicias. Si una pyme busca expandirse territorialmente sin asociarse con otra empresa, puede optar por franquiciar su modelo de negocio. El franquiciado asume la inversión y el riesgo, mientras la pyme (franquiciante) aporta la marca, el know-how y la formación.
• Acuerdos de licencia o distribución. Otra alternativa es otorgar licencias de productos, patentes o marcas a un tercero, o firmar contratos de distribución exclusiva o selectiva. Estos acuerdos permiten acceder a nuevos mercados o canales de venta sin comprometer capital ni compartir control directivo. Son especialmente útiles en sectores industriales, tecnológicos o de consumo masivo.
• Consorcios empresariales. Un consorcio es una asociación temporal de empresas que se unen para realizar un proyecto común, normalmente de gran envergadura (como una obra pública o un contrato internacional). A diferencia de la joint venture, el consorcio no crea una nueva entidad y suele disolverse una vez completado el proyecto. Es útil para pymes que buscan participar en licitaciones o proyectos grandes sin fusionarse.