29 ago 2023

¿Por qué la caída del rublo puede ser la clave de la lucha contra la inflación?

El alza de la inflación solo acabará con el fin de la guerra en Ucrania, lo que solo ocurrirá cuando Rusia se quede sin dinero para financiar la contienda. El desplome del rublo frente al dólar y el renminbi es la primera señal de que ese momento está cada vez más cerca.

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

La primera mitad de 2023 ha sido muy positiva en la lucha contra la pesadilla del incremento de los precios. Pero los últimos datos conocidos, especialmente a este lado del Atlántico, avanzan que la batalla contra la inflación está lejos de terminar. Ello pese a las continuas subidas de tipos de interés realizadas por el Banco Central Europeo con el objetivo de encarecer la financiación para frenar el consumo y el crecimiento, lo que es clave para detener el avance de los precios.

Por si fuera poco, la situación del IPC tras el verano puede ser aún más preocupante por dos motivos. El primero es el componente energético, una variable que fue la primera responsable del alza de los precios y que ahora parece controlada. Una situación que podría tonar a peor en los próximos meses ante la llegada del invierno y el encarecimiento que viene mostrando el petróleo por el recorte en la producción decretado por la OPEP+. Un organismo integrado por los mayores productores del mundo de crudo y en el que también está incluido Rusia.

El segundo frente de riesgo está en los alimentos, que fueron los culpables de que los altos precios se hayan mantenido elevados pese a la caída de la energía en los últimos meses del pasado año y el arranque del actual ejercicio. De nuevo Rusia vuelve a estar en el centro de este problema, ya que su invasión de Ucrania encareció el coste de los cereales provenientes de un país al que se conoce como el mayor granero del mundo.

El acuerdo firmado en Turquía a finales de 2022 con Putin permitió que el grano ucraniano se exportará a través de la ruta marítima del Mar Negro (la más importante para este producto), lo que ayudó a paliar el aumento del IPC alimentario. Pero Rusia se apeó de este pacto hace ya más de un mes y nada parece indicar que se pueda volver a sellar un nuevo acuerdo en los próximos meses. Esto añadirá presión al precio de los alimentos y, por extensión, a la inflación.

En otras palabras, Rusia vuelve a estar en el centro del problema de la inflación en Occidente y todo parece indicar que mientras persista la guerra en Ucrania, el presidente Putin seguirá utilizando el arma de los precios contra Occidente, obligando a los bancos centrales a seguir aplicando una política monetaria restrictiva que amenaza el crecimiento económico.

Con todo, lo más grave es que tras un año y medio transcurrido, todo apunta a que la contienda en Ucrania puede alargarse mucho en el tiempo hasta el punto de convertirse en un conflicto similar a la Primera Guerra Mundial en el que hubo luchas encarnizadas por cada metro de terreno. Una guerra de trincheras que no se atisbaba en primavera. De hecho, entonces había serias esperanzas en que la cacareada contraofensiva ucraniana obligara a Rusia a ceder terreno y a buscar un acuerdo de paz. Pero meses después, las fuerzas rusas resisten al ejército ucraniano adiestrado por Occidente (léase EEUU) y que ya cuenta con armas occidentales de última generación.

Esto ha elevado las expectativas de éxito para Putin que es bien conocedor de que una guerra larga de desgaste le favorece, ya que dispone de un sobrado arsenal militar e industrial para resistir durante años y porque sabe que con el paso de los años el interés de Occidente por Ucrania se irá diluyendo. Además las próximas elecciones presidenciales de EEUU que se celebrarán en noviembre de 2024 y que se presentan disputadas también juegan a favor de los intereses rusos al ser este país el mayor proveedor de dinero y armas a Ucrania.

Rusia, por tanto, tendrá mucho ganado si mantiene la calma y espera, lo que no solo será negativo para Ucrania sino también para las economías y los ciudadanos occidentales, especialmente los europeos, que tendrán que seguir padeciendo un escenario de precios altos y de financiación costosa. Ahora bien, existe una circunstancia que puede trastocar los planes de Putin en Ucrania. Se trata en concreto del desplome que está experimentado un rublo cuya caída libre lo sitúa en torno a la barrera psicológica de 100 unidades por dólar. Un nivel que además de ser el más bajo desde el arranque de la guerra en Ucrania, también supone una caída superior al 25% frente al billete verde estadounidense en lo que va de año. Además, el mal desempeño de la moneda rusa también se da contra el renminbi chino con una caída superior al 20%, lo que es muy preocupante para los intereses económicos de Rusia, al ser China su principal socio comercial. Esto ha disparado el déficit presupuestario de Rusia, cuyo pasivo crece cada mes que pasa también por el coste de la guerra.

Además, la caída del rublo también hunde la balanza comercial rusa, ya que el valor de las exportaciones cae en gran medida. En definitiva, el desplome de la moneda provoca una situación económica muy preocupante para Putin cuyas consecuencias se están empezando ya a ver con el enfrentamiento entre el Gobierno y el banco central de Rusia al que se le está acusando de la caída de la moneda.

Una polémica que, evidentemente, no es una señal de que las cosas desde el punto de vista de la economía vayan bien, sino todo lo contrario, y que podrían llevar a que el rublo, que ya ha perdido la mitad de su valor en 10 años, siguiera su descenso.

Esto evidencia también que las sanciones de Occidente han tardado pero empiezan a hacer mella en la economía rusa. De hecho, el cerrojazo de Europa a la importación de gas y petróleo ruso han hundido la variable exportadora más lucrativa del país invasor. Por si fuera poco, la marcha de las empresas occidentales también genera un importante golpe, al ser imposibles de cubrir en un país cuya economía está controlada por un grupo de oligarcas que están lejos de ser empresarios capaces de generar riqueza y empleo.

Y por si aún faltara algo, China puede cerrar la tapa del ataúd de la economía rusa aunque no quiera, ya que también se está enfrentando a un periodo de estancamiento de su propio PIB. Una situación que obligará a Xi Jinping a centrarse en su territorio y a reducir sus intercambios comerciales con su vecino del norte. 

Rusia, por tanto, está abocada a un desplome de su economía, lo que será muy positivo de cara a la continuidad de una guerra que terminará en cuanto Putin se quede sin dinero. Algo que ya está empezando a ocurrir por la devaluación del rublo frente a otras monedas.

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