17 jul 2023

Los pros y contras de un dólar débil para las empresas europeas

Un euro fuerte favorece a los pequeños negocios pero perjudica a todas las empresas que vendan sus productos o servicios en los mercados internacionales, ya que les resta competitividad. Los negocios deben saber adaptarse a este escenario complejo que dibujan las dos principales divisas a nivel mundial.

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

La volatilidad es algo implícito de los mercados. Pero existen algunos en el que esta característica es incluso mucho más exagerada que la propia de la renta variable. Las materias primas es uno de esos mercados donde las grandes oscilaciones de precios están a la orden el día. El otro ejemplo más destacado es el de las divisas. La cotización de las principales monedas cambia constantemente y a gran velocidad. Pero en los últimos meses se está notando una tendencia muy notoria en la que es la más importante a nivel mundial: el dólar.

El también conocido como billete verde valía prácticamente lo mismo que el euro, lo que se conoce como paridad, hace un año. Pero ahora, la divisa comunitaria se cambia por unos 1,12 dólares. En otras palabras mientras que el euro se ha fortalecido, el dólar se ha debilitado frente a la moneda comunitaria y frente a otras divisas emergentes. ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Es malo?

La razón que ha llevado al dólar a perder valor reside en las agresivas subidas de tipos de interés realizadas por la Reserva Federal de EEUU (Fed) para frenar la escalada de la inflación. Este encarecimiento del precio del dinero (500 puntos básicos en poco más de 12 meses) ha afectado a la cotización del dólar. Un escenario que es muy posible que cambie en el resto del año, ya que el último dato de IPC en EEUU, situado solo en el 3%, anticipa el fin de las alzas de tipos de la Fed. En concreto, los mercados reducen a solo uno los incremento (25 puntos básicos en la reunión del banco central a finales de mes) que quedan en los tipos de interés, cuando hace poco más de una semana se descontaban dos alzas antes de finalizar el año. Lo lógico es que el fin del proceso de encarecimiento del dinero vuelva a fortalecer el dólar. 

Pero independientemente de lo que ocurra, ¿es negativa la depreciación que el billete verde ha experimentado en los últimos meses? Ni sí ni no. La historia enseña que el dólar sube su precio respecto al euro cuando las perspectivas macroeconómicas van muy bien o muy mal. Por el contrario suelen caer de forma moderada en cualquier otro tipo de escenario intermedio. Así ocurrió en el arranque de la pandemia en marzo de 2020 o al comienzo de las crisis financiera de 2008. La condición de activo seguro del dólar hizo que el pánico de los inversores les llevará a refugiarse en la moneda estadounidense, incrementando con ello su cotización.

Por tanto si el dólar ha experimentado una caída (y no un desplome) durante este último año evidencia que los inversores ni han entrado en pánico ni esperan un repunte importante de las cifras de crecimiento económico. A la vista está que eso supone una buena noticia en un contexto en el que aún quedan graves incertidumbres económicas pendientes, como la inflación, aún elevada a ambos lados del Atlántico, o la guerra de Ucrania. Además, la relativa resistencia del dólar también muestra la capacidad de la economía estadounidense para soportar el reto que ha supuesto sufrir la mayor y más rápida subida de tipos de la historia. Otro aspecto positivo ya que se trata del mercado director a nivel mundial.

Por tanto, el comportamiento del dólar y el euro en los últimos 365 días no anticipan ningún acontecimiento importante ni positivo ni negativo para la economía, lo que ya es de destacar habida cuenta de todo lo que ha ocurrido en las últimas décadas. Pero más allá de ello también es importante tener en cuenta la manera en la que las empresas europeas (y españolas) se ven afectadas por la fortaleza del euro y la debilidad del billete verde.

El refrán que dice que “nunca llueve a gusto de todos” se puede aplicar también a este escenario que se dibuja en el mercado de divisas. Y es que dependiendo del modelo de negocio de las empresas el impacto será muy diferente.

Así, las pequeñas empresas que, de momento, no tienen capacidad para vender en el extranjero se ven favorecidas por la caída del dólar. ¿Por qué? Pues simple y llanamente porque la mayoría de materias primas se compran en dólares, lo que reduce la factura de, por ejemplo, la energía. Es obvio que la relativa normalización de los precios de la electricidad y el gas reduce el beneficio de este escenario de debilidad del dólar, pero siempre supone una ayuda para los negocios.

Asimismo, los negocios cuyo principal mercado exterior sea la Unión Europea (que en el caso de España es lo que ocurre en la mayoría de casos) no se verán afectadas por el comportamiento del euro y el dólar.

Otra cosa muy diferente ocurre con las compañías que venden en todo el mundo. A estas firmas sí que les afecta especialmente el fortalecimiento del euro frente al dólar ya que resta competitividad a sus productos o servicios.

Las empresas, por tanto, deben saber moverse en un escenario como el que ahora dibujan las dos grandes monedas mundiales, con el permiso del yuan chino, y que también pasará factura a las perspectivas de crecimiento de la propia Unión Europea y de Alemania, que tienen en el comercio internacional su principal pilar de crecimiento.

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