29 nov 2021

El valioso ejemplo de las empresas familiares que cotizan en bolsa

La profesionalización emprendida por estos negocios y la confianza que ofrece tener en el accionariado un apellido de referencia son las claves que explican el excelente comportamiento en los mercados de estas empresas. 

Se conoce como empresas familiares cotizadas a aquellas que están en el parqué pero en las que el fundador o la familia propietaria mantiene una participación de control o mayoritaria. El ejemplo más claro en nuestro país de este tipo de firmas lo tenemos en Inditex, donde su fundador, Amancio Ortega, conserva la mayor parte del accionariado. Pero existen otros casos como Fluidra, Arcelor, Acciona, Gestamp, Grifols, Ferrovial, Almirall o Prosegur. En todos ellos la familia sigue controlando la gestión de la empresa, a pesar de cotizar en bolsa.

Pues bien, este tipo de compañías con apellido sufrieron un fuerte castigo en los mercados cuando irrumpió la pandemia de Covid-19. Con todo, sus desplomes a lo largo de 2020 fueron menos acusados (5 puntos menos) que los sufridos por el resto de cotizadas del mercado español. La llegada de las vacunas, la recuperación económica y la mejoría general de las bolsas a nivel mundial no ha cambiado la tendencia y las empresas familiares cotizadas siguen manteniendo un mejor comportamiento que su índice de referencia, que no es otro que el Ibex 35.

Así lo indica la evolución de este tipo de firmas en el último mes, que se revalorizan casi un 60% frente al rebote de solo el 37% que muestra el selectivo nacional de referencia. Por si fuera poco, las predilección del mercado por las empresas con unos apellidos de referencia no se ciñe solo a los inversores. Los analistas también confían más en este tipo de compañías, a las que aún otorgan un importante potencial alcista. Lo demuestra el hecho de que en estos momentos no hay ninguna empresa familiar que ostente una recomendación de venta por parte del consenso de expertos del mercado.

Como no podía ser de otro modo, este mejor comportamiento de las empresas familiares cotizadas no es del todo homogéneo. Pero si es una realidad que el 60% de ellas sí ha mejorado el desempeño del Ibex en el año. El mejor ejemplo lo tenemos en la firma fabricante de piscinas Fluidra, controlada aún por su fundador Eloi Planes, cuya acción escala casi un 80% en el año.

Arcelor, por su parte, liderada por el magnate indio Lakshmi Mittal, se está beneficiando de la alta demanda de acero con un alza de los títulos en bolsa del 131% desde octubre del pasado año. Meliá, de la familia Escarrer, ha duplicado su valor en bolsa, desde octubre de 2020 y la ya citada Inditex ha recuperado los 100.000 millones de capitalización bursátil.

Los números no engañan y evidencian que las empresas familiares cotizadas se han comportado mejor que el resto en estos tiempos de pandemia. Primero mostraron una mayor capacidad de resistencia (o resiliencia, como se dice ahora) a la hora de soportar lo más duro de la pandemia. Pero también parecen en mejor posición para aprovechar el impulso que otorga la recuperación económica y el menor impacto de la pandemia por las vacunas. ¿Cuáles son las causas que lo motivan? ¿Y qué lecciones pueden sacar las pymes de todo ello?

La respuesta a la primera pregunta requiere de dos argumentos diferentes. El primero solo es capaz de explicar por qué las firmas con apellido resistieron mejor la irrupción del Covid, a pesar de que algunas de ellas (por ejemplo, Meliá) operaban en algunos de los sectores más afectados por las restricciones, como el turismo. La única explicación posible está en la existencia de una referencia.

Cuando vienen mal dadas, los inversores no arriesgan y solo apuestan por aquello que les otorga confianza. Y eso no lo da una empresa cuyo accionariado está controlado por fondos de inversión, que no dudarán en salir corriendo en cuando detecten otra opción mejor para obtener rentabilidades. En cambio, el mero hecho de que exista el apellido de una familia en un accionariado que se mantiene en el proyecto a pesar de los problemas exporta una imagen de confianza en el proyecto empresarial. Por ello, las empresas familiares resisten mejor los envites de las crisis en bolsa que sus homólogas cotizadas.

Con todo, el argumento anterior es incapaz de explicar por qué la llegada de la recuperación también está favoreciendo más a las firmas con apellidos de referencia. La explicación de ello solo puede ser la profesionalización de la gestión en este tipo de empresas. Es cierto que algunas firmas familiares aún tienen problemas para acometer el relevo generacional. Pero lejos quedan ya aquellos años en los que el paso del fundador a los hijos, o de los hijos a los nietos suponía en muchos casos la muerte del negocio.

A lo largo de los últimos 20 o 30 años, la gran mayoría de las firmas familiares han profesionalizado su gestión (normalmente contratando directivos ajenos a la familia), lo que evita las injerencias familiares en el día a día de la empresa. Además, casi todas cuentan ya con un protocolo que explica paso a paso y con antelación cómo debe realizarse el relevo generacional y el papel que cada miembro de la familia tendrá en la empresa. De esa forma se han evitado un sinfín de problemas.

Hasta hace poco, el mercado no había reconocido este salto en la profesionalización de la gestión de la empresa familiar. Pero parece que el mejor comportamiento de este tipo de firmas en tiempos de pandemia deja claro que los inversores y los analistas premian el ímprobo esfuerzo de las empresas familiares en eliminar su gran debilidad: la profesionalización de la gestión. Si a ello le sumamos que este tipo de empresas suele operar con unos objetivos de negocio más a largo plazo tenemos la explicación completa al buen momento de este tipo de firmas en las bolsas.

¿Qué lección pueden obtener las pymes de todo ello? Pues es más que evidente. Apostar por la profesionalización de la empresa siempre será una ventaja. Aquello del garaje y los cuatro amigos que inventan cosas puede estar muy bien al principio, pero los emprendedores deben tener claro que si se quiere llegar lejos hay que meter todo lo que suene a amateur en el cajón y dar un salto en el ámbito profesional. El ejemplo que dan las grandes empresas familiares así lo demuestra.

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