28 sep 2023
El petróleo amenaza la inflación… y el comercio mundial
El índice que mide el precio del transporte marítimo está en máximos del año por el alza del petróleo. Un escenario que está lejos de lo ocurrido en 2021 pero que supone un riesgo que debe tenerse en cuenta.
Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
El precio del barril de crudo ha experimentado un importante repunte en los últimos tras la decisión de los países productores (la OPEP+ o lo que es lo mismo la OPEP de toda la vida más Rusia) de mantener las restricciones al bombeo durante 2024. Esta reducción de la oferta hace que el petróleo supere desde hace semanas los 90 dólares y ya coquetee con romper la barrera de los 100.
Es más que evidente que el encarecimiento de esta materia prima elevará las gasolinas y los costes energéticos (que también están al alza tras el verano con el megavatio instalado por encima del nivel de los 100 euros). Un escenario que supone un reto para las empresas y que también compromete la lucha contra la inflación que los bancos centrales realizan con continuas subidas de tipos. No en vano, organismos como el Banco de España estiman que los precios seguirán altos al menos durante el próximo año. De hecho, el propio Banco Central Europeo alarga hasta 2025 el momento en el que la inflación de la eurozona se sitúe en un nivel normalizado, entorno al 2%, lo que obligará a mantener los tipos de interés en sus niveles actuales “durante un tiempo”, según dijo la propia presidenta de la entidad, Christine Lagarde.
Pero el alza del crudo también tiene otra derivada negativa que debe tenerse en justa consideración al poder afectar al transporte, tanto al turístico como al que se necesita para los intercambios comerciales a nivel global. Un indicio de ello se está empezando a ver con el comportamiento que muestra el índice Báltico Seco, que es muy importante pero bastante desconocido para el gran público.
Este selectivo se elabora a través de unas encuestas que se realizan continuamente a los transportistas marítimos sobre su estimación de precio para el transporte de materias primas como cereal, grano, trigo, hierro, etc. Pues bien, dicho indicador está ubicado ahora en el entorno de los 1.600 puntos. Una cifra que se acerca al máximo del pasado mes de mayo y a años luz de los 530 puntos que fue su nivel más reducido desde el inicio de la pandemia de Covid, allá por 2020.
Tras pasar lo peor de la pandemia, este índice se disparó hasta superar los 5.000 puntos en 2021. Esto se tradujo en un espectacular encarecimiento de los fletes marítimos, hasta el punto de poner en jaque el comercio a nivel mundial. A ello contribuyó también que el Ever Given, uno de los buques contenedores más grandes del mundo, se quedó atascado en el Canal de Suez durante casi una semana, paralizando el transporte marítimo mundial, lo que se tradujo en pérdidas de 10.000 millones de dólares cada día.
A la vista está que los 1.600 puntos actuales están muy lejos de los 5.000 de aquel momento. Además debe tenerse en cuenta que la segunda mitad de 2021 fue el momento del despertar del comercio tras finalizar las restricciones por la pandemia en muchos países. Esto generó una demanda excesiva de mercancías que también contribuyó a disparar el coste del transporte por mar o fletes. Por fortuna, los analistas destacan que la situación actual es muy diferente, con un exceso de inventario en las empresas al que tendrán que dar salida antes de solicitar nuevas mercancías. De hecho, el mercado indica que hay un 13% de exceso de inventarios (stocks) a nivel mundial precisamente por la alta demanda que se produjo tras la pandemia.
Con todo y pese a que existen indicios que apuntan a que la crisis de los fletes no se repetirá, es evidente que supone un nuevo frente de incertidumbre para el comercio mundial. Máxime si se tiene en cuenta que el precio del petróleo seguirá alcista al menos durante el próximo ejercicio por la menor oferta que llegará al mercado desde la OPEP+. Pero también por el parón de las inversiones en las instalaciones de enquisto en EEUU, que impiden que este país pueda suplir esta carencia con su propio oro negro.
Las empresas, y más aún las que importan productos del exterior o exportar los suyos propios, tienen que estar preparadas para un contexto de incertidumbre en el transporte que puede generar inconvenientes a su actividad diaria.
Más aún ante el hecho de que la amenaza de los fletes se suma a la de la inflación que, lejos de lo que parecía en un primer momento, se niega a ceder, lo que supone un encarecimiento de los costes de producción de las compañías. Un escenario que solo el fin de la contienda bélica en Ucrania puede cambiar. El problema es que dicha finalización no se atisba aún, al menos en el corto plazo.
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