23 mar 2023

Las consecuencias de la crisis bancaria en las empresas

Aunque no sea tan grave como con Lehman, los bancos reaccionarán ante la actual crisis del sector endureciendo las condiciones de financiación. Los negocios deben estar preparados para un contexto en el que será más difícil obtener los créditos.  

La caída del Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank en EEUU trajo a la actualidad los fantasmas de crisis pasadas. En concreto, la generada por el desplome de Lehman Brothers en 2008. Pese a ello, ambos episodios son totalmente diferentes. Para empezar, tanto el SVB como Signature Bank son entidades regionales con un peso pequeño en el sistema financiera de EEUU, frente al que ostentaba Lehman entonces. Además, el hundimiento del SVB, el más peligroso, no tiene ramificaciones ni consecuencias en el resto de bancos mundiales, ya que se debió a su elevada exposición a los bonos, cuyo precio ha caído tras las subidas de tipos de interés de la Reserva Federal. Por el contrario, el fin de Lehman sí, porque tenía su cartera repleta de bonos invertidos en hipotecas basura, las tristemente famosas subprime. El problema es que su derrumbe sí provocó efecto contagio en otras entidades, ya que muchas también estaban vinculadas a las subprime.

Pero todo cambió en cuestión de días al comprobarse la crítica situación financiera del banco suizo Credit Suisse, una entidad mucho más grande, con ramificaciones en todo el mundo y cuyo derrumbe sí podía provocar un efecto dominó en otros bancos. La rápida reacción del Gobierno suizo promoviendo la compra de Credit por el alemán UBS, con condiciones muy ventajosas, ha detenido la posibilidad de asistir a un nuevo Lehman. De hecho, y tras el derrumbe inicial, muchos bancos europeos ya han retomado la senda alcista en los mercados. Pero eso no quiere decir que el peligro haya pasado, ni mucho menos.

A ello contribuye que está ocurriendo en un momento como el actual, en el que los bancos centrales luchan con fuerza para frenar la pesadilla de la inflación mediante agresivas subidas de tipos de interés. Un encarecimiento del precio del dinero que ya tiene un fuerte impacto en la economía real. No en vano, las alzas de tipos provocan un encarecimiento de la financiación para las familias (en las hipotecas y en los créditos al consumo) y para las empresas, que tienen que pagar más para acceder a un capital que necesitan para impulsar su crecimiento o para paliar el impacto que aún sufren de la crisis del Covid y de la provocada por el alto IPC.

Pues bien, el gran problema es que la crisis bancaria actual ahondará precisamente en esas dificultades, ya que las entidades no tardarán en cerrar en parte el grifo del crédito. Seguro que no será un cerrojazo tan grande como el que provocó la caída de Lehman. Pero dicha crisis de 2008 mostró la combinación de dos impactos muy perniciosos que se llamaron efecto dominó y mariposa. El primero sucedió al comprobarse que la caída de una ficha (en este caso Lehman) provocó el derrumbe de otras entidades contagiadas por las subprime. Algo que en España sufrimos con especial intensidad, con el fin de las cajas de ahorro. El segundo recibe el nombre de mariposa porque el aleteo que produce una crisis financiera en un país en concreto se traslada rápidamente al resto del mundo.

Ante la combinación de ambos efectos, los bancos cerraron por completo el grifo del crédito entre ellos mismos y, más tarde, para sus clientes particulares y empresas. Esto originó una crisis económica global que tardó años en superarse. A ello contribuyó también entonces el propio BCE encareciendo el precio del dinero, lo que provocó una crisis aún más grave. Sin duda, el menor riesgo de contagio que implica lo ocurrido con SVB, Signature y Credit Suisse reduce las posibilidades de repetir lo que ocurrió entonces. Además, regiones como la europea parecen haber aprendido la lección de la crisis generada por las subprime en 2008 afianzando la regulación bancaria y exigiendo a las entidades unas reservas de liquidez suficiente para que puedan hacer frente a una fuga de depósitos.

Pero, como ya se ha dicho, el riesgo cero de una nueva crisis financiera no existe y los bancos se prepararán para tal posibilidad saneando sus balances en tiempo récord. Eso conllevará un mayor endurecimiento en las condiciones de financiación, lo que impactará en las empresas, especialmente en las medianas y pequeñas.

Pese a ello, los bancos centrales poco podrán hacer para paliar este golpe, más allá de asegurar que “se hará lo que sea necesario”, como dijo recientemente la presidenta del BCE, Christine Lagarde, para evitar la caída de los bancos europeos, ya que proseguirán con sus subidas de tipos de interés para frenar el mayor problema que en la actualidad afronta la economía: la inflación. Es muy probable que la crisis bancaria actual reduzca el ritmo de subidas de tipos, pero no lo detendrá en su totalidad.

Todo ello configura un panorama muy exigente para las empresas desde el punto de vista de la financiación y los ingresos, ya que el ciudadano de a pie también tendrá menos dinero para gastar por el encarecimiento de la financiación y la inflación. Todo un reto que pondrá a prueba la salud de los negocios y para el que los empresarios deben prepararse desde ya mismo.

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