16 ene 2023

Una segunda mitad de año de recuperación económica

El buen arranque de los mercados bursátiles anticipa una mejoría de los datos macro en la recta final del presente ejercicio. Un escenario que aunque siga siendo exigente aumenta las oportunidades de crecimiento para las empresas que sepan aprovecharlo.

El arranque de las bolsas en los primeros días del año ha sido espectacular. No en vano, las principales plazas bursátiles han logrado en este periodo prácticamente la mitad de las subidas que los analistas auguraban para la renta variable a lo largo de todo el ejercicio de 2023. A ello debe sumarse que otros mercados, como la renta fija, están replicando este buen comportamiento. De hecho, la demanda de deuda por parte de los inversores supera, por mucho, la oferta hasta el punto de que es hasta un 300% superior a la media de los últimos cinco años.

Sin duda, la elevada rentabilidad de los bonos, las últimas emisiones ofrecen ya un retorno que de media supera el 4%, aumenta el atractivo de la renta fija hasta el punto de convertir a este mercado en rival de las bolsas. Por si fuera poco, las perspectivas de los bonos para el resto del año son también positivas.

Del indudable apetito comprador que los inversores muestran tanto en la bolsa como en la deuda se pueden extraer importante conclusiones para las empresas. Vaya por delante que es conveniente tener presente que las bolsas adelantan en aproximadamente medio año la realidad macroeconómica global. Esto quiere decir que con las sonoras pérdidas de valor de las acciones vistas en los meses de septiembre y octubre del pasado, el mercado estaba anticipando la recesión que la mayoría de economistas y organismos internacionales auguran para el primer semestre del año.

Por tanto, el mercado ya ha descontado la crisis y el espectacular inicio del año que se está produciendo indica que los inversores ya compran la recuperación económica que algunos ya atisban para el segundo semestre del año.

Sin duda, todo puede cambiar de la noche a la mañana. Y buena muestra de ello está en el pasado 2022, un año en un principio tranquilo desde el punto de vista económico que se estropeó por la inesperada invasión de Ucrania por parte de Rusia, que puso patas arriba el comercio y los precios.

De cara al presente ejercicio económico, la persistencia del conflicto en Ucrania sigue siendo el mayor riesgo, ya que supone una amenaza para los precios. Y es que la espiral inflacionista a nivel global es el gran peligro que existe y que puede retrasar la anunciada recuperación económica. En los últimos meses el IPC ha dado muestras de frenarse a ambos lados del Atlántico, bajando incluso más de lo que preveía el mercado. Esto ha elevado el optimismo en las bolsas y entre los economistas. Algo comprensible ya que el control de la inflación es lo único que frenará las subidas de tipos de interés en las que se han embarcado los bancos centrales.

Unas subidas que, por otro lado, tienen un fuerte impacto en la actividad económica y el consumo al encarecer el precio del dinero, con el golpe que eso tiene en aspectos básicos como las hipotecas y el crédito de las empresas. Es por ello clave que los precios mantengan su tendencia a la baja y se acerquen al entorno del 2%-3% que tanto la Reserva Federal de EEUU como el Banco Central Europeo consideran como niveles adecuados. 

El problema es que actualmente el IPC de EEUU aún es mayor al 6%, un porcentaje que se supera con mucho en la eurozona, con unos precios situados en el 9,2%. Esta brecha hasta el entorno del 2-3% deja patente que al menos durante este año se seguirá asistiendo a nuevas subidas de tipos de interés. Pero los economistas estiman que dichas alzas serán más comedidas debido al ya comentado hecho de que la inflación está empezando a ceder.

Sin duda este escenario sigue siendo aún exigente para las empresas. Pero es mejor al que había hace sólo unos pocos meses atrás. Es por ello necesario realizar un ejercicio de optimismo y afrontar el presente ejercicio en dos partes. Una primera mitad en la que se debe ser cauteloso tanto con las inversiones como con el control de la tesorería. Y una segunda parte, tras el verano en la que los negocios pueden sentar las bases para impulsar el crecimiento futuro. Más aún en el caso de España, que según todos los organismos nacionales e internacionales será uno de los pocos países que esquive la recesión en el presente 2023. No en vano, el FMI prevé que el PIB nacional muestre un impulso superior al 1,2% en el año en vigor.

En definitiva, las empresas se enfrentan a un 2023 que mucho se tiene que torcer para ser peor que el ya pasado 2022, y que ofrecerá opciones de crecimiento a aquellos negocios que sepan aprovechar las oportunidades que, sin duda, surgirán especialmente a partir de la temporada veraniega.

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