21 ene 2021
El ‘smart working’ o cómo retener al talento
La crisis sanitaria global ha tenido un efecto contundente en el mercado laboral, que se ha visto afectado por numerosos cambios, muchos de ellos provocados tanto por las medidas de confinamiento y de seguridad para evitar el incremento de los contagios como por el efecto catalizador de la tecnología, cuyo exponente más visible sea, quizá, el auge del teletrabajo. En este nuevo ecosistema, las pymes afrontan, aún más si cabe, mayores dificultades para la captación y la retención del talento frente a las grandes empresas, en un entorno, en general, marcado por la incertidumbre y, con frecuencia, por la menor liquidez por parte de las entidades.
Sin embargo, este complicado ecosistema está estimulando a algunas entidades a implementar soluciones innovadoras para mantener el talento dentro de su capital humano, fomentando, por ejemplo, una cultura motivadora y de sentimiento de pertenencia. Un concepto clave que se repite es el de la personalización, no solo a los clientes, sino, también, a los empleados, mediante planes de carrera de largo plazo, a través de políticas redistributivas a la carta y siendo flexibles acerca de sus situaciones personas y familiares, posibilitando que puedan desempeñar parte de sus cometidos en el hogar si es posible, o teniendo una mayor independencia en la organización de sus agendas.
Otro de los elementos importantes está siendo el de la formación, que está creciendo con fuerza gracias a la informática y a la mejora de las conexiones a Internet, de modo que el trabajador puede realizar un curso o asistir a una sesión cuando le sea posible, con el pleno compromiso de que la empresa respetará su tiempo. A medio y largo plazo, esta preocupación por mejorar y adquirir habilidades se traduce en un incremento de la fidelidad del profesional hacia su entidad, subrayando la afirmación que se repite en numerosos estudios acerca de que un empleado comprometido es más productivo.
Hacia un salario más emocional
Los cambios demográficos y la huella social de la pandemia del coronavirus es algo que se podrá evaluar con mayor realismo dentro de unos años, pero es evidente que muchas personas buscan algo más que un lugar en el que trabajar y por el que recibir una remuneración a cambio. En este sentido, cobra fuerza el concepto de salario emocional, que significa que la empresa, además de reconocer el desempeño profesional de manera económica, brinda al empleo una oferta añadida de elementos que intentan aportarle confort y tranquilidad.
Ya se ha hablado de la formación y de la flexibilidad, pero existen otros hitos relevantes, como un clima laboral positivo, una apuesta por facilitar medios de transporte entre la oficina y el hogar, o el desarrollo de vías directas para canalizar los pensamientos del trabajador acerca de la entidad y su estrategia. Para conseguir que estos componentes del salario emocional sean, en verdad, útiles y eficaces para la retención del talento, es crucial el papel que juegue el departamento de recursos humanos, conociendo a los profesionales, preocupándose de manera periódica por ellos y encontrando soluciones a las demandas que tengan, por pequeñas que estas puedan ser.
Apuesta por el ‘smart working’
Es evidente que la tendencia hacia el teletrabajo no solo no desaparecerá cuando los ecos de la pandemia global definitivamente se extingan, sino que irá en aumento, en paralelo a los desafíos que afrontarán las empresas en entornos cada vez más cambiantes y exigentes. En este sentido, el aumento de la productividad deberá ir cada vez más ligado a la confianza que los directivos depositen en sus empleados, encomendándoles tareas que desempeñarán en un régimen de gran libertad pero con el compromiso de que los resultados sean excelentes en tiempo y en forma. Para lograrlo, las entidades no solo deben aportar seguridad a su capital humano en relación a sus puestos de trabajo, sino, también, dotarles de las herramientas tecnológicas suficientes para llevar a cabo sus cometidos desde casa en condiciones óptimas.
Como complemento, habrá de desarrollarse sistemas de comunicación más fluidos entre todos los profesionales y departamentos, bajo el prisma de la máxima transparencia, de modo que se pueda canalizar con eficiencia cualquier incidencia, pudiendo solucionarse lo más rápido posible. Este intangible va a ser más importante de lo que parece para fidelizar a unos empleados cada vez más concienciados de que la verdadera ventaja competitiva se va a lograr mediante la integración con la tecnología, que afectará a todas las estructuras de una compañía.
Todos estos hitos y algunos otros se integran en la filosofía del smart working, que apuesta por marcar una diferencia esencial en la gestión del talento, mediante la flexibilidad laboral y el trabajo a distancia, de manera que se consiga una conciliación entre el plano profesional y el laboral excelente. Conceptos como la movilidad, la libre disposición de horarios, la promoción de proyectos en equipo o la constante innovación en herramientas relacionadas con las nuevas tecnologías son clave dentro del smart working, cuyos retos son el incremento de la motivación del capital humano y de su productividad, mientras, en paralelo, se fomenta la retención del talento gracias a que los trabajadores se identifican más y mejor con los valores de la empresa.
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