El relevo generacional en las pymes, reto aún pendiente

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

En los años 90 del pasado siglo, cualquier economista o experto conocedor de la realidad de las empresas en España afirmaba que el relevo generacional era el gran problema de nuestro tejido productivo. No les faltaba razón. De hecho la falta de un protocolo que rigiera los pasos a seguir a la hora de que una nueva generación tomara el mando en la compañía llevo a muchos negocios a cerrar o tener que ser vendidos a fondos de inversión u otras empresas para sobrevivir.

Lejos de lo que pueda parecer, la carencia de una hoja de ruta para afrontar la jubilación o el fallecimiento del fundador de una compañía no era un problema que afectara exclusivamente a las pequeñas empresas. Muy al contrario, guerras familias como las protagonizadas en el pasado por Porsche, Volkswagen, Puma, Adidas o Cortefiel, Gullon, Eulen o El Corte Inglés reflejan con claridad los problemas que, en el pasado, suponía el relevo generacional.

Por fortuna para las empresas, estas situaciones no se repiten en la actualidad, o si lo hace al menos es en una proporción mucho menor. Ello debido a  que las empresas han tomado conciencia de este problema y lo han atacado con prontitud durante los últimos años. Un proceso que ha llevado a que en muchos casos la familia esté apartada del día a día de la empresas, lo que ha supuesto la profesionalización de la gestión en manos de directivos externos. Además, ahora es casi imposible encontrar una gran empresa familiar donde no exista un documento que detalle con claridad todos los pasos que deben seguirse para acometer la sucesión en la familia propietaria.

Esta importante mejora es fundamental para el tejido productivo nacional. Y es que, según el Instituto para la Empresa Familiar, casi el 90% de los negocios tienen como propietarios una familia y no inversores profesionales como, por ejemplo, los fondos de capital riesgo. El problema es que la ganancia de solidez y fortaleza de las sociedades a la hora de dar paso a los hijos, nietos o bisnietos del fundador se aprecia solo en el caso de las grandes compañías. Tanto es así que, según la patronal de las firmas familiares, poco más del 10% de las pymes tiene detallado un plan para afrontar el relevo familiar.

Esta carencia se hace más presente según se va reduciendo el tamaño de las compañías. Así, en las medianas empresas, aquellas con una plantilla que va de los 10 a los 250 empleados, casi 4 de cada diez cuentan con un documento con el que hacer frente a un cambio familiar en la cúpula de compañía. Pero dicho porcentaje se queda en poco más del 9% cuando se trata de negocios con menos de diez empleados, también conocidos como microempresas.

Un tipo de compañías que en España suponen el 94% del total, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística, lo que evidencia que la mayor parte de nuestro tejido empresarial está expuesto a los graves problemas que suponen para la mera supervivencia de las sociedades a estos cambios en las sagas familiares empresariales.

Una vulnerabilidad que si se tienen en cuenta los datos de facturación se llega a la conclusión de que el 36% de las compañías que ingresan más de 3 millones de euros tienen planes de sucesión. Asimismo, el porcentaje en aquellas que no alcanzan dicha cifra desciende hasta el entorno del 14%. Por último si el estudio se elabora por sectores también se extrae la conclusión de que las pymes englobadas dentro del ámbito de las manufacturas o la industria (que son las menos en España) muestran una mayor preocupación por concretar sus propios relevos generacionales. En cambio las compañías englobadas en el segmento de servicios (el mayoritario debido a la importancia de este segmento en el PIB por el turismo) el porcentaje de firmas preparadas se sitúa incluso por debajo del 10%,.

A la vista de estos datos, resulta más que evidente que la mayoría de las pymes españoles sigue presentando una peligrosa carencia en el ámbito de la sucesión del negocio. En muchos casos el bajo peso de los ingresos quiera pueda hacer llevar a los dueños de las compañías a considerar que el protocolo de relevo generacional no sea necesario. Craso error. La experiencia demuestra que los problemas con las herencias no tienen mucho que ver con su montante. De hecho casi todo el mundo conoce casos de conflictos entre hermanos o primos a la hora de heredar cantidades ridículas.

Las pymes, por tanto, incluso las pequeñas deben mejorar en la profesionalización de sus negocios y en la preparación de cara al relevo generacional, ya que es la única forma de que un buen negocio se mantenga en el futuro, y pueda seguir generando riqueza y empleo. Todo ello sin olvidar que la digitalización es también el otro gran desafío que todas las empresas están obligadas a afrontar.